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miércoles, noviembre 27, 2024

LA CAIDA DE UN IMPERIO AMERICANO

Por JOHAN VILLANUEVA

Sigue siendo una herida abierta para muchos peruanos

El 12 de octubre, fecha en la que Colón pisó tierra americana, ha sido y sigue siendo centro de debate para quienes viven en el continente. Algunos describen el acto como la inserción del Nuevo Mundo a la historia occidental, mientras que otros lo esbozan como la caída de señoríos avanzados y el inicio del declive responsable del actual estado de precariedad de las repúblicas hispanoamericanas. En el ámbito nacional, la opinión se focaliza en la nostalgia incaica y la culpa de un puñado de castellanos que destruyeron un paraíso terrenal, el Tahuantinsuyo. Esa visión es la principalmente retratada por la educación regular y, a pesar de evidencia histórica que la rebate, sigue difundiéndose cual dogma incuestionable.

Las grietas del imperio

La caída de un imperio organizado y sólido no es algo fácil de explicar y más si los presuntos culpables no superaban el medio millar. El Tahuantinsuyo no podía, de ninguna forma, ser tan perfecto. Los curacazgos se sometían por medio de matrimonios, que permitían a sus autoridades mantener un estatus, o, en caso considerasen a sus fuerzas equiparables con la del ejército incaico, se rendían solo en el campo de batalla. Esto dejaba en determinadas etnias un sentimiento revanchista que esperaba el momento propicio para sacudirse del yugo cuzqueño. El imperio no era tan sólido y menos un Edén carente de conflictos.

Por otra parte, la muerte de Huayna Cápac y las luchas de sus descendientes por la mascaipacha empujó a los diferentes curacazgos, así como a las panacas, a tomar bandos en la guerra civil que enfrentaba a Huáscar y Atahualpa. Este tipo de conflictos sucesorios eran frecuentes, pues, como menciona Rostworowski, no existía una ley de sucesión definida. La práctica andina prefería al descendiente más capaz en la guerra y en el gobierno, pero dicho criterio, producto de la costumbre, carecía de la obligatoriedad para que los grupos de poder no mostrasen simpatías hacia uno u otro de los descendientes del inca.

El encuentro

La llegada de Pizarro y compañía no pudo ser más benéfica para aquellas etnias que buscaban su liberación. La guerra civil había dejado un ejército cansado y un Estado con dificultades en su propia reconstrucción, lo que permitió que aquellos grupos que se mantenían a raya establecieran colaboración con los conquistadores. Además, la llegada de enfermedades europeas diezmó a las poblaciones indígenas, llevándose la vida del mismo Huayna Cápac.

Por otra parte, existía un rencor hacia Atahualpa, quien impuso castigos para las etnias y panacas que apoyaron el bando huascarista. Esto se ve perfectamente ejemplificado por los huancas, quienes fueron escarmentados por Calcuchimac por apoyar a Huáscar en la guerra civil. El apoyo indígena contribuyó con guerreros capacitados y alimentos que permitieron sostener a los españoles en los Andes.

El pacto no solo implicó a los señoríos rebeldes, sino que involucró a las propias panacas reales que vieron favorable el apoyo a los conquistadores, a favor de preservar su estatus de nobleza. Ello fue exitoso, pues dichos títulos fueron respetados durante el virreinato, aunque implicando con ello la subordinación al régimen español.

Conclusión

No fueron 200 españoles los que hicieron caer el Tahuantinsuyo. Los responsables fueron las etnias revanchistas que, con el apoyo de élites desesperadas por imponer su poder, agrietaron uno de los reinos más grandes que vio América. La llegada de los conquistadores, sumado a las silenciosas y mortales enfermedades, tan solo fue el detonante de una situación de debilidad que posiblemente hubiese provocado, de todas formas, la caída del imperio de los Incas.

Han pasado siglos desde que los incas se han ido y parece que el peruano no ha superado ese trauma. Dicha situación permanecerá igual mientras que las narrativas populares traten el evento histórico como una herida abierta, en lugar de analizarlo como un fragmento del pasado del cual el Perú es consecuencia. (Tomado de El Montonero)

Bibliografía.

Espinoza Soriano, W. (1981). La destrucción del imperio de los incas: La rivalidad política de los curacazgos andinos (3ª ed.). Amaru editores.

Espinoza Soriano, W. (2012). Los incas: economía, sociedad y estado en la era del Tahuantinsuyo. Ediciones Inkamaru.

Rostworowski de Diez Canseco, M. (2013). Historia del Tahuantinsuyo (2ª ed.). Instituto de Estudios Peruanos.

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