Alguien le dijo “Bicho” y se jodió, se quedó con el apodo por el resto de su vida. Su nombre es Guillermo como su padre, que durante mucho tiempo fue el administrador del aeropuerto de Tacna y ha tenido varios aspirantes a cuñados gracias a sus tres guapas hermanas Ana María, Pilar y Baty que supongo ya deben ser abuelas o andan cerca.
Nos une una amistad que comenzó en la infancia cuando en la playa compartimos roles de payasos contando chistes en el improvisado circo infantil que armaban mis primos Toty(+) y Yeyo Basili.
Después aprendí a manejar el jeep de su padre de la Segunda Guerra Mundial con el que dábamos vuelta y media por la playa y también por Tacna.
Me brindó alojamiento en mis primeros años en Lima, en un departamento que ocupaba en la calle Cápac Yupanqui, en Lince, por el Hospital del Empleado, en un periodo en el que ambos trabajábamos en el aeropuerto Jorge Chávez. Él era supervisor de almacenes de CORPAC mientras yo me encargaba de hacer una revista de aeropuertos por la que viajé por todo el Perú.
Estudiaba en la Universidad Nacional de Ingeniería y yo en San Marcos y con el tiempo fui sabiendo cada vez menos de su paradero, pero en mérito a esa antigua amistad lo busqué para que sea el padrino de mi hijo menor Luis Javier.
Le volví a perder el rastro hasta que me enteré que se había ido a vivir a Canadá, donde supongo habrá aprendido a lidiar con la nieve y el frío al que pocos latinos pueden soportar.
Sé que ha venido a pasar una corta temporada de vacaciones en Tacna, en la Boca del Río y estará desandando sus pasos traviesos en la playa La Lisera.
Feliz estadía en Tacna compadre y que la alegría y bondad que conocí en tu familia siempre los acompañen.