Nos ocurre a todos en algún momento de nuestras vidas cuando entramos por primera vez a un lugar que no habíamos visitado anteriormente, pero lo sentimos familiar, tenemos la impresión de haber estado antes en ese sitio o también puede ocurrir con personas que recién conocemos.
Se le define a deja vu (ya visto) como la sensación de haber pasado con anterioridad por una situación que se está produciendo por primera vez.
La psicóloga Anne M. Cleary, investigadora de las bases neurales subyacentes al ‘déjà vu’, postula dicho fenómeno como un mecanismo meta cognitivo normal que se produce cuando una experiencia pasada guarda un parecido con la presente y, consecuentemente, nos hace creer que ya hemos estado allí (Wikipedia).
La expresión deja vu fue usada por primera vez por el escritor francés Émile Boirac (1851-1917) en su libro L’Avenir des sciences psychiques, «El futuro de las ciencias psíquicas».
Casi dos siglos después la expresión sigue abriendo interrogantes y es usada en todo el mundo, en distintos idiomas y cada vez con mayor frecuencia, sin poder aclarar el misterio que pretende resolver.
A veces siento la sensación de compartir un deja vu colectivo cuando escucho algunos políticos ofrecer las mismas soluciones a los viejos problemas nacionales o al nuevo entrenador de fútbol, al que nunca había oído, explicando su nueva derrota.
La sicóloga Leslie Becker-Phelps, autora del libro «Insecure in Love» (Inseguro en el amor), explica que generalmente se habla de «dating déjà vu» cuando una persona repite relaciones problemáticas, pero también se refiere a experiencias positivas.