19 ministerios, 436 entidades del poder ejecutivo, 29 organismos autónomos, 32 entidades del poder judicial, 227 entidades de gobiernos regionales y 1,892 entidades de gobiernos locales, son demasiadas entidades, demasiados ministerios, demasiada burocracia.
Ahora que el país necesita recursos mira como la mayor parte del dinero público se va en mantener una frondosa burocracia, con funcionarios que gozan de gollerias que no existen ni en los países más ricos del mundo.
Mira la reforma del poder ejecutivo, como la principal reforma que hace falta para sacar al Perú del atolladero económico en el que se ha metido.
No vamos a salir adelante si siguen gastando miles de millones en asesorías y consultorías. No podemos avanzar si seguimos con funcionarios con chofer en la puerta, teléfonos de última generación, protección personal, chamba para la querida y mamadera para los amigos.
Nos someten a una cuarentena a costa del sacrificio de pequeñas empresas que no volverán nunca más a funcionar.
Cuesta el ahorro de toda la vida un aislamiento que asumimos con patriotismo, mientras la burocracia mantiene un mundo de privilegios. Piden sacrificio mientras otros inflan sus bolsillos con el dolor de una nación que desfallece de hambre, desangra, se retuerce y resiste el martirio de no poder sepultar a sus seres queridos.
Proclaman victorias sanitarias cuando hay gente que implora por esa cama de cuidados intensivos reservada para el abuelo del jefe.
Cómo pueden hablar de reformas si son incapaces de ver la viga en el parásito de cien ojos y mil manos que se ha convertido un Estado, que impone sacrificios a una multitud que muere de inanición, sobrevive con las migajas que caen de la mesa y agoniza en hospitales colapsados por la indolencia de gobiernos corruptos como Lava Jato e ineptos.