Existen dos caminos para combatir la pobreza. Uno es como los revolucionarios de principios del siglo pasado entendieron la justicia social y expropiaron la riqueza para redistribuirla. El otro camino es la economía social de mercado, el capitalismo, que busca crear riqueza promoviendo condiciones para mayores oportunidades de trabajo y estímulo a la iniciativa privada..
Cuando ayer el presidente Vizcarra anunció la prolongación de la cuarentena reveló dos propuestas. Una tiene que ver con la reabrir algunas actividades económicas, como el negocio de restaurantes en la modalidad delivery.
El otro anuncio tiene que ver con pedir al congreso delegación de facultades legislativas para aprobar un impuesto a la riqueza o de solidaridad, castigando con nuevas contribuciones a los que más tienen.
Aquí además de los asuntos constitucionales que acarrea existe el riesgo que alcance a pellizcar el bolsillo de la clase media, debido a que siempre es complicado marcar un límite al dinero.
China comunista dejó de ser el país de campesinos pobres para convertirse en el más rico del mundo, cuando abandonó la utopía marxista y entendió la conveniencia de la inversión foránea para la creación de riqueza.
Un informe de Credit Suisse muestra que China tiene 100 millones de las personas del 10% con más fortuna del mundo. Hay 99 millones de estadounidenses en la misma categoría.
El riesgo del impuesto a la riqueza es que se convierta en un tributo permanente y castigue a una clase media bastante afectada por la epidemia.
Entiendo la necesidad de conseguir dinero de donde sea para comprar más pruebas rápidas, pero también advierto el peligro de buscar remedios que terminen siendo peor que la enfermedad. Existen diversos caminos para llegar a la miseria y este es uno de ellos. No crees riqueza, genera pobreza.20-04-20