El general Artemio García Vargas era jefe del destacamento militar Tacna cuando ocurrió el golpe militar que derrocó al dictador Velasco y se le atribuye ser pieza clave en esta acción que cambió el rumbo a la historia del Perú.
Artemio junto a su esposa Jenny Gonzales Torres, a quien conoció cuando prestaba servicios en la ciudad de Sullana, supo integrarse a la sociedad tacneña de manera activa y entusiasta, cultivando amistades y cosechando afectos. Anteriormente había prestado servicios en esta misma ciudad, cuando a su hijo Walter sus compañeros de la primera promoción del Colegio Champagnat le decían “Rabito
García Vargas además de jefe del destacamento militar, fue también jefe de la Corporación de Fomento y Desarrollo (Cofdet) equivalente a la presidencia del gobierno regional o actual gobernación. Sus oficinas estaban en la primera cuadra de Arias y Aragüez, a un costado de la botica “Popular” y frente a la joyería “Marizita”, de Francisco de la Cruz Capitán y fue a esa joyería, que acudía cuando necesitaba un regalo. “Marizita” era una joyería modesta que ofertaba cadenas de oro y plata, dijes, aros, adornos y bisutería, con trozos de porcelana y perlas cultivadas. Sus visitas eran eventuales, pero cruzaban saludos con frecuencia, casi a diario, cada vez que el general salía de su oficina y con gesto característico se llevaba la mano derecha a la altura de la sien, lo que era respondido de la misma manera por De la Cruz, detrás del mostrador, con la sonrisa, alegría y picardía propia del norteño, chiclayano, ferreñafano.
Algunos reportes dan cuenta que García Vargas, cuando aún era coronel, en 1971, sufrió un grave vejamen de Velasco Alvarado, quien en una de sus acostumbradas borracheras lo empujó e insultó. Su jefe directo Edgardo Mercado Jarrín, intercedió para que a manera de desagravio Velasco accediera a ascenderlo al grado de general y tiempo después le encargara la VI división motorizada de Tacna, una de las más fuertes e importantes del país. Pero el general García jamás perdonó la majadería del dictador y había jurado cobrársela algún día. Fue García Vargas quien se encargó de convocar a la conferencia de prensa para anunciar el golpe y quien llamó por teléfono a Chile para que regrese la tranquilidad y baje la tensión en una frontera que vivía el rumor de una posible confrontación armada.
Sin la decisiva participación de García Vargas nunca se habría producido el golpe militar de Morales Bermúdez y es por esta razón, se comentó, que el nuevo presidente lo nombra ministro de transportes y comunicaciones. García Vargas en agradecimiento a la tierra de su esposa decide y ordena la construcción del segundo puente sobre el río Chira, inaugurado por Belaúnde y que hoy lleva su nombre.
En 1978 y estando por cumplirse tres años del “Tacnazo”, el ministro de transportes decide hacer una visita a Tacna y Moquegua, para inspeccionar el avance de algunas obras y coordinar los actos conmemorativos, información que es de conocimiento público y tomada por De la Cruz, quien encarga a su compadre Hermes Julio Patiño, para que como periodista le de alcance y lo invite a una recepción que organizaría en su condición de presidente del Club Departamental Lambayeque, de chiclayanos residentes en Tacna. Estaba feliz por la llegada de su ex vecino convertido en personaje importante del gobierno central. Un breve discurso de De la Cruz, bañado en lágrimas de emoción, fue lo único solemne que tuvo la reunión, sobria, discreta y reflejo de una de esas amistades que nacen y cultivan de manera sincera. Un trío de músicos, con guitarra y cajón le puso el toque alegre, jaranero y criollo, como solían ser las fiestas de Pancho De la Cruz Capitán. Un juego de tejos era la mejor manera de demostrar que García Vargas era parte del grupo, no era un militar más, era más que un simple amigo.
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Al día siguiente, muy temprano, el ministro emprende viaje a Moquegua en helicóptero, que al aterrizar presenta una emergencia cuando trata de posarse sobre una cancha de fútbol. Levantó un terral, le quitó visión al piloto y este perdió el control de la nave que realiza bruscos giros hasta que se estrella violentamente contra el suelo. García Vargas, que no estaba atado con el cinturón de seguridad, se golpea contra el parabrisas con tal fuerza que se desnucó y murió instantáneamente. Fue la única víctima del accidentado aterrizaje. Corrieron rumores de una conspiración, una venganza, contra quien la izquierda señaló ser el principal instigador del golpe a Juan Velasco Alvarado.