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sábado, noviembre 23, 2024

VELASCO Y ALLENDE

La historiadora chilena Patricia Arancibia Clavel narra el encuentro que habría tenido Juan Velasco Alvarado con el presidente chileno Salvador Allende, en el aeropuerto Jorge Chávez, en una escala técnica aprovechada para proponerle la devolución pacífica de Arica, cosa que fue inmediatamente rechazada. De solo mencionar públicamente esa posibilidad en Chile, Allende no habría durado ni una semana en el cargo. Esa habría sido la respuesta de Allende.

Se ha tejido una serie de hipótesis respecto a los propósitos de la dictadura de Velasco y una de ellas fue intentar recuperar los territorios perdidos por la guerra con Chile y para ese fin es que desde el primer día  comenzó a hipotecar al país con la compra de armamento soviético, que un balance aproximado estima entre 600 y mil 200 tanques T-55, medio centenar de cañones antiaéreos de 120 mm, cientos de lanzacohetes BM-21, 80 misiles SA.2 y SA.3 y los poderosos Pechora que es un sistema de misil superficie – aire usado para defensa antiaérea diseñado por Aleksei Mihailovich Isaev, mucho más resistente a las medidas contra electrónicas.

Entre 60 y 90 cazabombarderos Sukhoi 22, que con los Mirage franceses convirtió a nuestra Fuerza Aérea en la más poderosa de Sudamérica y medio millón de fusiles kalashnikov para la tropa. Dos destructores ingleses de la clase Daring, un crucero holandés De Ruyter equipado de misiles Otomat, que se convirtió en el BAP Grau y dos submarinos U-209-100 y se firmó con Italia la compra de 4 fragatas misileras Lupo.

Que el Día D sería el 6 de agosto o el 3 de octubre de 1975 y que la concentración de tropas y armas, en el mes de agosto, fue una especie de ensayo general. Lo cierto es que se calcula que el Perú gastó más de 2 mil millones de dólares de esos días en armamento hoy obsoleto. El objetivo era la recuperación de territorios perdidos durante la infausta guerra del 79 y estábamos próximos a cumplir el centenario.

La misma hipótesis sostiene un eventual ataque por aire, mar y tierra, aprovechando el desastre económico en el que se encontraba Chile, como consecuencia del gobierno comunista de Salvador Allende y se atribuye al propio dictador Augusto Pinochet, la versión que si eso hubiese ocurrido, el  ejército peruano habría penetrado fácilmente hasta Copiapó.

Estuvo más cerca a la verdad cuando dijo que el 11 de setiembre de 1973 (día del golpe contra Allende) habría sido el momento preciso “habrían actuado sobre seguro. Habíamos dejado solo dos batallones en el norte, o sea mil 600 hombres. Todo estaba en Santiago. Si Perú hubiera atacado entonces, habría llegado hasta Copiapó” mil 200 kilómetros en territorio chileno. El sube y baja de la historia nos sitúa ahora con un vecino armado hasta los dientes, mientras aún no nos recomponemos del desastre económico que significó la dictadura de Velasco.

El periodista chileno José Rodríguez Elizondo, con quien coincidí años más tarde en ATV, en su libro “Chile- Perú, el siglo que vivimos en peligro” relata que en 1974 Pinochet convocó a su Estado Mayor de la Defensa Nacional, para analizar la posibilidad de un ataque preventivo al Perú y que el jefe de la fuerza aérea, el general Fernando Matthei le dijo que era imposible detener un ataque del general Velasco “puedo garantizar que los peruanos harían pedazos a la FACH durante los primeros cinco minutos de ataque peruano”. Chile tenía unos cuantos F-5 T camberras y los Hawker Hunter ingleses, que no eran rival para los aviones rusos y franceses de los peruanos.

La prensa chilena destacaba las inclinaciones de algunos personajes del gobierno peruano hacia La Habana, a raíz de la compra masiva de armamento soviético, que traía aparejada la presencia de asesores rusos y cubanos para construir plataformas de lanzamiento de cohetes. Y en esas circunstancias Pinochet habría hecho una jugada de carambola al proponerle a Bolivia una salida al mar, mediante una franja al norte de Arica, a cambio de un canje territorial de similares dimensiones en las cercanías del salar de Ayuni. En el fondo, lo que Pinochet buscaba era la reacción peruana que rechazaría esta propuesta debido a lo estipulado en el Tratado de Ancón, que prohíbe que Chile disponga así de estos territorios que fueron arrebatados al Perú.

Con el abrazo de Charaña, Chile consiguió distanciar a Bolivia del Perú. Pinochet había formalizado la propuesta con la firma de un acuerdo para buscar solución a la mediterraneidad boliviana y sellada mediante el abrazo de Augusto Pinochet y Hugo Banzer el 8 de febrero de 1975, en la estación ferroviaria. Pinochet había derrocado al izquierdista Allende en 1973, mientras que Banzer al militar izquierdista Juan José Torres en 1971.

Cuando el Perú fue consultado, Morales Bermúdez propuso la administración tripartita del puerto de Arica, cosa que fue rechazada por el gobierno de Chile. Posteriormente, con la privatización de los puertos de Iquique y Arica, Bolivia se convierte en un cliente más de los concesionarios, debiendo pagar los costos de estiba y desestiba, almacenaje y transporte como cualquier usuario y eso no significa el cobro de ningún arancel o tributo alguno, por lo que se respeta el Tratado de 1904 y los bolivianos se ven obligados a pagar sin chistar por los servicios de operaciones portuarias.

En Tacna antes de 1975 el único cuartel militar que concentraba tropas era uno que supongo sigue existiendo en las faldas del cerro Intiorko, conocido como La Remonta, en alusión al arma de caballería, que en ese tiempo significaba que oficiales y tropa seguían montando caballos, como en el siglo XIX y a lo largo del año participaban, además de desfiles cívico militares, en concursos ecuestres de salto a los que accedían personas cercanas a la gran familia militar.

 

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