Cuando el ministro manifestó que los cadáveres de víctimas del Coronavirus debían ser incinerados, puso en evidencia que no sabía muy bien lo que estaba hablando.
En el momento opiné que la palabra adecuada no es incinerar, que se refiere al procedimiento para quemar basura; a los cadáveres corresponde cremar.
Pero decir que todos debían ser cremados confirmó que no está familiarizado con el tema, puesto que la mayoría de ciudades del país carece de crematorios. No hay, no existen.
Y no podemos exigir que el ministro sea experto en microbiología, epidemiología, políticas públicas, ideología de género y también tenga que conocer de crematorios. No sean exigentes.
La ex ministra que comanda el Estado Mayor, en la guerra contra la epidemia, advirtió que podrían necesitar de cámaras frigoríficas para almacenar los cadáveres. Lo que insinúa que los crematorios no se dan abasto para atender la creciente demanda.
Opino que con los crematorios deberían aplicar una política parecida a lo dispuesto para contar cada vez con más camas de unidades de cuidados intensivos.
La dinámica funcionaria municipal Susel Paredes clausuró hace un año un crematorio clandestino que usaba de fachada un lavadero de carros en La Victoria. ¿Cuántos crematorios hay en Lima? ¿Y en el Perú?
Supongo disponen de esta información y estarán estableciendo políticas que incentiven instalar crematorios en todo el país, así como Proinversión podría tomar la iniciativa para mejorar los servicios de agua potable y energía eléctrica, educación y salud pública.
No podemos seguir mostrando titulares como el que leí hoy en un diario y es que sus equipos de investigación concluyen que los hospitales de Pucallpa no estaban preparados para atender esta epidemia. ¿Y los de Lima si? ¿Los de Nueva york?
Nadie estaba preparado para esta epidemia, comenzando por los ministros.