Los talibanes siguen una doctrina extremista islámica cuya idea de sociedad se basa en interpretaciones estrictas de lo que debe ser la vida de un musulmán, sin dar cabida a otras interpretaciones que permitan algún tipo de “libertinaje”.
Los talibanes son personajes que existen en países de mayoritaria confesión islámica como Afganistán, Irán o Pakistán, sociedades orientales lejanas y aquí, en occidente, de mayoría cristiana, padecemos una suerte de talibanes del ateísmo, de la ideología de género, de confesión anticristiana.
Y se parecen a los talibanes orientales por profesar una doctrina igualmente totalitaria, que no admite otras interpretaciones de cómo debe ser la vida de las personas. No admiten la posibilidad de aceptar a Dios, la Biblia, ni las enseñanzas de Cristo. La ideología de género es su dogma, su fe y su Biblia.
Los talibanes occidentales, como en toda dictadura, tienen una estructura organizativa piramidal. En la cabeza están los defensores de la fe enquistados en supuestas organizaciones no gubernamentales, que solamente funcionan cuando están coludidas con el gobierno, de donde entran y salen los mayores talibanes del anti cristianismo.
Los talibanes occidentales no usan turbantes, gozan de privilegios propios de la corona y aspiran a cargos mayores dentro de la burocracia internacional como la OEA, Comunidad Europea u ONU. Algunos pisan oficinas del Banco Interamericano de Desarrollo, la Corporación Andina de Fomento o el Banco Mundial. Son millonarios dueños de los dineros públicos. Ellos deciden donde, cómo, cuándo y cuánto se gasta.
La agenda de los talibanes occidentales es exactamente opuesta a la de los talibanes orientales. Aquí la idea es fomentar la unión homosexual, el aborto, las relaciones con menores de edad, la eutanasia y el consumo de drogas, entre otros objetivos de la ideología de género.
Ser talibán les da cierto estatus a estas personas, en Kabul o en Lima Perú. Les permite señalar con el dedo quien es culpable y quien es inocente, quien debe ser lapidado en vida. Son los que tiran la primera piedra y los que promueven linchamientos mediáticos de sus opositores.
El 20 de julio de 1969 el hombre por primera vez puso un pie en la Luna y el 9 de noviembre de 1989 cayó el muro de Berlín, pero en Kabul y en Lima Perú, vivimos con el temor de cruzarnos imprudentemente en el camino de algún talibán que pueda decidir de nuestro destino con solo chascar los dedos.