El artículo quinto del Decreto expedido por Simón Bolívar, y refrendado por su ministro Hipólito Unanue, el 25 de febrero de 1825, señala «La Escarapela será de color blanco y encarnado (rojo), interpolados». Es un símbolo nacional oficial a inicios de la historia republicana.
En mi infancia, en Tacna, era costumbre y obligación en el colegio llevarla prendida en el lado izquierdo del pecho, era de tela y se sujetaba con una pequeña traba, un prendedor.
Con el tiempo ha ido cambiando de tamaño y de materiales y hoy consiste en un pequeño distintivo de metal que la hace mucho más práctica y fácil de manipular.
El origen de la escarapela, en el Perú, tiene que ver con la guerra por la independencia y al comienzo era simplemente de color rojo, parta distinguir a los combatientes identificados con la causa de la libertad.
Entonces se trataba de un rosetón aún más grande sujeto con un lazo del mismo color, imitando, como todas las escarapelas a la flor de cucarda.
Se trata de una flor originaria de Asia Oriental cuyo nombre científico es Hibiscus rosa-sinensis, comúnmente conocida como rosa de China, cayena, amapola, hibisco, entre otros nombres.
Es de la familia de las malváceas y conocida también como rosa de Jamaica o flor de Jamaica, famosa entre los conocedores de infusiones por sus beneficios para la salud.
Los naturistas le atribuyen propiedades beneficiosas como antioxidante, contiene vitamina C, evitan la aparición de radicales libres, regula la presión arterial alta, ayuda a bajar de peso, facilita la digestión, disminuye la ansiedad y produce un efecto relajante que facilita dormir. Por último, es diurético protege las mucosas de los conductos respiratorios, es antiséptico y mitigan la irritación de la garganta.
Escarapelas subsisten en todos los países, con los colores de sus respectivas banderas y ahora el significado tiene que ver con la identidad nacional.
Queremos creer que estamos diciendo que llevamos al Perú en el corazón.