Personajes como la congresista Flor Pablo con un cheque por 20 mil soles, José Vegas con 159 mil, Luis Guerrero 86 mil, Martín Benavides 100 mil, el grupo “Análisis de Desarrollo” con un millón 349 mil, Ricardo Cuenca un millón 570 mil y la lista podría llenar varias carillas con pagos a diversos proveedores por concepto de asesorías y consultorías.
Son varios millones gastados alegremente por la burocracia de la Sunedu, que se resistía a cortar con esta corrupta modalidad de acceder al dinero del Estado.
Esa es la razón por la que últimamente hubo tanta chilla cuando modificaron el procedimiento para elegir a los miembros del directorio de la Sunedu, le quitaron la decisión de las manos a Francisco Sagasti.
Era el feudo de la caviarada, una de las varias ubres de las que se cuelgan para financiar sus ONG o directamente sus propios bolsillos, con las famosas asesorías y consultorías que merman el presupuesto del sector Educación.
La investigación que sobre el tema realizan en el congreso de la república arroja graves indicios de irregularidades en el manejo administrativo financiero, contratación de personal violentando reglamentos, como siete plazas de coordinación profesional con sueldos superiores a los 14 mil soles, no contemplados en el Cuadro de Asignación de Personal.
La Sunedu se había convertido en una zona que en los penales se conoce como tierra de nadie, donde nada debería de ocurrir y sin embargo ocurre de todo.
Exigen a los profesores universitarios maestrías y doctorados, mientras los burócratas de esa entidad, los que exigen, no llegan ni a bachiller. Pusieron límites de edad a los docentes, mientras su presidente bordeaba los 90 años. Con sus exigencias cerraron más de 50 universidades y condenaron a miles de estudiantes que tuvieron que abandonar su futuro.
Los malos ex directivos y ex funcionarios de esa entidad deberían ser procesados judicialmente, antes que prescriban los delitos cometidos.