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sábado, noviembre 23, 2024

GIL DE HERRERA

Rara vez me detuve a pensar quien fue el personaje cuyo nombre y apellidos se usa para identificar esa calle que parte de la avenida Bolognesi, cuadra 9 y se interna en lo que fue un laberinto de callejones de cañaverales hoy convertido en modernas y transitadas pistas de asfalto.

Fue un héroe de esos que no debemos olvidar jamás, fue un valiente que dio su vida por una causa justa y enorme como es la libertad, se alzó en armas para librarnos del yugo español.

Pedro José Gil de Herrera y Montes de Oca fue un militar tacneño, de alta graduación, que acompañó a Francisco Antonio de Zela en la rebelión de 1811.

Leyendo escritos de Luis Cavagnaro encuentro que Sentencia Juan Rómulo Cúneo Vidal que si «…Francisco Antonio de Zela fue el alma de la revolución de 1811, Pedro José Gil fue el brazo de la misma»  “Gil era el organizador nato de las fuerzas de aquella revolución» . Agrega que, fracasada «…la revolución de Tacna, Pedro José Gil apeló a la fuga (…) ( y, juntamente con Francisco de Paula Alayza y José Siles y Antequera, cuñado de Zela, provistos de veloces cabalgaduras ganaron el Alto Perú y el campamento de Belgrano (sic) (tal vez quiso decir Castelli, en fuga) quien lo acogió con simpatía y distinción».

Dice Cúneo que cuando «…ocurrió el levantamiento de Paillardelle en 1813, Pedro José Gil, con el grado de coronel en las filas de Belgrano y José Gómez, so capa de mercader, fueron los agentes seguros, astutos e incansables de quienes se valió el general argentino para insurreccionar la costa» . Cuando «…el 4 de marzo de 1812 la Sala del Crimen de la Audiencia de Lima liquidó las causas seguidas a los enjuiciados por el levantamiento de 1811, el fallo fue de perdón para todos los rebeldes con las excepciones siguientes: Francisco Antonio de Zela y Arízaga, condenado a muerte; Pedro José Gil, condenado a la degradación y a la muerte (y) José Siles y Antequera, condenado a destierro perpetuo».

Hay versiones que registran una breve prisión en Tacna, después de la cual viajó a Lima con su esposa, donde al parecer falleció de dolor después de haber avisado a su confesor, confiando en el secreto que garantiza ese sacramento, los planes subversivos de su hijo; delación que lo llevó al patíbulo. Se indigna el ilustre investigador ariqueño (Cúneo) por el hecho que la historia no había dispensado hasta 1921, año que publicó su colosal obra, después de ciento diez años; «…al teniente coronel tacneño don Pedro José Gil el galardón, hecho de recuerdo y gratitud a que lo hacen acreedor sus nobles esfuerzos por la libertad de su tierra natal»

 

 

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