Los sesenta muertos que usa la izquierda extremista para acusar de asesinato al gobierno fueron consecuencia de ataques a aeropuertos y bloqueo de carreteras, fue la estrategia de Sendero Luminoso para recuperar el poder que perdió con Pedro Castillo en la cárcel.
Policías y militares usaron armas que el Estado les confía para defendernos de turbas alentadas por el extremismo subversivo empeñado en implantar una dictadura comunista.
¿Qué es proporcional a una bomba molotov?
¿Con qué debe responder al que arroja botellas encendidas de gasolina?
¿Cuál debe ser la respuesta proporcional a una lluvia de piedras lanzadas con guaracas?
¿Cómo se contesta a las avellanas de fuego artificial que se incrustan en el uniforme y matan?
¿Qué deben hacer los policías ante el estallido de petardos de dinamita que entran por las ventanas?
¿Con qué se responde a una granada militar de guerra que cae en medio de un grupo de policías atrincherados en una esquina?
Los terroristas consiguieron destruir varios locales públicos y privados, fábricas y juzgados, oficinas fiscales y tributarias, instalaciones de aeropuertos, comisarías y locales municipales.
Asesinaron policías y soldados porque no aceptan que el poder se les fue de las manos.
Lo que no pudieron fue destruir la fe de un pueblo que rechaza al comunismo ateo, condena las dictaduras del socialismo del siglo XXI, la mafia internacional de la narcopolítica.
No pudieron con un país de raíces milenarias orgulloso de una cultura que no puede ser destruida por el odio de una ideología extremista.
La culpa es de los azuzadores escondidos en la ONG o disfrazados de demócratas en el parlamento. Es culpa de Sendero Luminoso.