No hay mayor ofensa para la izquierda continental que burlarse de alguna de las herramientas con las que ejercen poder y dominio sobre los países latinoamericanos, como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
«Singapur tiene el mejor servicio educativo del mundo, pero también tiene la pena de muerte. Hagamos los ‘vouchers’, pero también traigamos la pena de muerte y salgamos de ese adefesio que es la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, con el perdón de los adefesios», dijo Oscar Becerra, ministro de Educación.
Inmediatamente Alberto Otárola, presidente del consejo de ministros, salió a la prensa para expresar que «esa no es la posición del Gobierno. El Gobierno respeta los convenios internacionales, especialmente el Pacto de San José, que ha sido ratificado en 1979 por nuestro país, y actuará en consecuencia a ese respeto».
Un gran sector de la opinión pública peruana coincide con la posición de Becerra, debido a la manera como se ha comportado este organismo desde que Sendero Luminoso y el MRTA cometieron graves atentados terroristas y asesinaron a miles de civiles indefensos, militares y policías en los mayores crímenes contra los derechos humanos jamás imaginados.
Es al amparo del Pacto de San José que hasta el día de hoy siguen procesos contra autoridades, policías y militares que tuvieron que enfrentar a estos grupos terroristas, mientras ordenan al Estado peruano el pago de reparaciones a los asesinos liberados por sus recomendaciones.
Bueno será que el país se retire de un pacto que somete a los peruanos a la dictadura de una Comisión que actúa bajo consignas ideológicas.
En todo caso consulten, pregunten al pueblo si debemos seguir bajo los dictados de ese organismo en las condiciones que anteriores gobernantes aceptaron, sin pedir la opinión a nadie.
Adefesio, es una cosa muy fea, ridícula o extravagante dice el diccionario y eso es lo que piensan muchos peruanos respecto a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.