¿Qué delito cometieron los jugadores de la selección de fútbol para merecer los golpes de los policías españoles? Y además corrieron el riesgo de ser encarcelados.
En los países musulmanes existen prohibiciones como usar pantalones ajustados, tacones o pintarse los labios para las mujeres, tomar licor, fumar en público o tocar a una mujer para los varones, entre muchas otras reglas motivadas por el fanatismo de sus creencias religiosas.
En la actuación de anoche de los policías españoles brotó espontánea la herencia árabe de una cultura acostumbrada a la imposición de vetos que los latinoamericanos desconocemos.
Los jugadores intentaron acercarse a la barra peruana, a cientos de peruanos radicados en España que expresaban su alegría por ver de cerca a quienes nos representan en las canchas de fútbol.
Banderazo llaman a esas manifestaciones de cariño que acostumbran los hinchas para alentar a los jugadores y ellos, agradecidos, suelen acercarse para obsequiarles camisetas con sus nombres.
Ocurre siempre que salen del país y así sucedió en Rusia y en Qatar, en Estados Unidos y en Panamá. En todas partes, es una costumbre sana que los españoles no entienden.
Y la pregunta que muchos se hacen es ¿qué habría pasado si sucedía eso mismo con jugadores españoles en Lima?.
Adivino la respuesta. El embajador de España habría pedido la salida del jefe de la policía y hasta la renuncia del ministro del Interior. Qué ocurrencia, poner en peligro la integridad de un seleccionado español.
Lo que ocurre es que seguimos siendo el mismo país al que tanto le escribió Sofocleto. Protesto por la actitud pusilánime de nuestras autoridades. Creen haber hecho bien librando de la cárcel a los jugadores de nuestra selección. Qué vergüenza.
Quienes debieran ir presos son esos desubicados policías, discriminadores, acomplejados y abusivos. Son una suerte de musulmanes de nuevo cuño.