Mucho de lo que ocurre en nuestro país es por culpa de la impunidad.
Hace años que los gringos nos hacen el cuento de la extradición de Toledo y el cholo que recibió millones de dólares de Odebrecht sigue apelando y no lo podemos traer.
Con Vizcarra y Salaverry el asunto es peor. Están aquí, se pasean por el Perú como en su casa y no les pasa nada pese a las graves acusaciones (periodísticas) que pesan sobre ellos.
Con Ollanta Humala y Nadine las acusaciones son fiscales, pero igualmente, no pasa nada.
Juan Silva, uno de los principales cómplices de Castillo roba como loco y se escapa junto con el sobrino comprometido en estos delitos y desaparecen, no hay Interpol, no hay manera de capturarlos.
La cuñada-hija, Yenifer, nos sigue sacando la lengua mientras sus hermanas, tías y primos guardan silencio como les dicen sus abogados
Entonces la gente se molesta y quema comisarías, juzgados y fiscalías y los culpables de los desmanes, igualmente, gozan de impunidad. Ni siquiera los persiguen.
Pasan a actitudes más agresivas y bloquean carreteras, queman instalaciones de empresas privadas, destruyen campamentos mineros y no hay culpables, hay impunidad.
Atacan aeropuertos y entre los agresores se producen decenas de muertes y eso que es un delito en todas partes del mundo se convierte en acusación contra policías y militares y a Dina Boluarte le gritan asesina.
Pedro Castillo, el más corrupto y estúpido de todos los presidentes que hemos tenido nos quiere hacer creer que solito redactó ese discurso auto incriminatorio que lo llevó a la cárcel y nadie le cree. Sus cómplices también gozan de impunidad.
El gran problema es ese. Tenemos cárceles llenas de ladrones de celulares, pero los que roban millones, los grandes delincuentes como del Club de la Construcción o las mafias brasileña o china gozan de impunidad.
Ese es nuestro problema.