En su afán por desprestigiar el congreso convirtieron en pecado la compra de dos pantallas para el hemiciclo Raúl Porras Barrenechea, alfombras para todas las salas de reuniones, el bufet para congresistas y alquiler de una playa de estacionamiento para los vehículos el congreso y sus trabajadores, no congresistas.
Las pantallas que son equipos para facilitar exposición de ayudas visuales las convirtieron en televisores, que no lo son.
La renovación de alfombras es un gasto previsto en el presupuesto multianual que finalmente no se llegó a producir. La anularon.
Igualmente, el bufet se eliminó, jamás hubo desayunos ni cenas pagados por el congreso. En adelante cada congresista pagará sus consumos.
Y el alquiler de la playa de estacionamiento reduce a menos de la mitad el gasto que por el mismo concepto se venía haciendo desde hace años.
La contraloría intervendrá a solicitud del presidente del parlamento y habrá que esperar si determina que hubo algo ilícito, pero mientras tanto los congresistas pagan pato del verdadero escándalo que son cientos de millones de soles gastados por concepto de asesorías, consultorías o “servicios” detectado en más de un ministerio.
Los caviares son expertos en fabricar cortinas de humo gracias a la gran influencia que mantienen en la mayoría de medios de comunicación. Ser “progre” es la etiqueta con la que se gradúan las nuevas generaciones de periodistas.
Mañana tendremos marchas callejeras reclamando, otra vez, el cierre del congreso y asamblea constituyente, como parte de la Toma de Lima II promovida por Sendero Luminoso y nuevamente escucharemos las quejas por el bufet y televisores entre otras “gollerías” pero nada de asesorías, consultorías y servicios personalísimos.
Así de fácil y previsible es la política peruana, lo difícil es hacerles entender a periodistas y manifestantes, que la mayoría de peruanos, 90 de cada 100, no queremos socialismo del siglo XXI, rechazamos el comunismo, no queremos burros ni ladrones en palacio de gobierno.