Todos piden adelanto de elecciones, la izquierda y la derecha, los de arriba y los de abajo, los de adentro y los de afuera, ricos y pobres, negros y blancos, limeños y provincianos, hinchas de Alianza y también de la U, viejos y jóvenes, hombres y mujeres y todos los demás.
Los únicos que no quieren adelanto de elecciones son los que están en el poder, Dina Boluarte, Alberto Otárola, ministros y congresistas.
Todos aquellos que postularon al congreso el 2021 y perdieron, porque les faltaron votos, y los perdedores de las últimas elecciones regionales y municipales, reclaman vuelvan a tirar los dados de la suerte, con la esperanza de estar entre los ganadores, como en la lotería, es una rifa.
Todo lo demás es cuento, floro, chamullo, palabreo, bulo, mentira. Así de sencilla es nuestra triste realidad política, poco importa lo que digan las leyes sobre adelantar elecciones, cuando otra cosa es lo que susurra el corazón, que es el que siente amor y ahí tan solo manda Dios, como dice la canción.
Si Dina y Alberto quisieran apurar las cosas, como afirman a diario, lo único que tendrían que hacer es renunciar y tendríamos elecciones en menos que canta un gallo.
Y los congresistas, como igualmente afirman, si quisieran adelantar elecciones, hace rato habrían aprobado el recorte de su propio mandato y no lo han hecho. Están que se van y se van y no se han ido.
Si los del Ejecutivo y Legislativo quieren apurar el tema tienen que comenzar por remover la burocracia enquistada en el Jurado Nacional de Elecciones y en la ONPE, sobre quienes pesan comprensibles dudas.
Salas Arenas y Corbetto Salinas se aferran con uñas y dientes por temor a que finalmente se ponga al descubierto algo que todos sospechamos, ya sabemos.
Como no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista, aguardo confiado se imponga la sensatez en el sistema, en nuestra alborotada realidad y comencemos por el principio, por tener organismos que garanticen transparencia.
Adelantar elecciones será el siguiente paso de un proceso sobre el que existe consenso antidemocrático. El consenso para una nueva rifa electoral.
Mejor será que en el congreso digan no, que para rifas esperen el 26, que por el momento la amenaza terrorista hace inviable un proceso electoral pacífico. Antes deben acabar con esa lacra que pretende imponer cronogramas comunistas.