Debido a que son minoría y por más que voten juntos todos los congresistas de izquierda apenas bordean 50 votos, de 130 y esa es la principal razón por la que quieren disolver el congreso.
Por eso es que dese la anterior legislatura, bajo la presidencia de Maricarmen Alva y ahora con José Williams Zapata, han presentado numerosos pedidos de censura a la mesa directiva argumentando todo tipo de denuncias.
Están desesperados y entonces llevan su batalla a otros escenarios, la avenida Abancay, el barrio chino, algunas carreteras, la quema de locales del poder judicial, ministerio público, Sunat, bancos, centros comerciales, comisarías y aeropuertos.
Que se vayan todos fue el grito que en algún momento impusieron contra Merino y lo reemplazaron por un caviar, por Sagasti. Saben que están siempre dispuestos al juego de los radicales, les acomoda el papel de tontos útiles.
Caído Castillo, más de ocho mil altos funcionarios que nombró en el Estado se atornillan con todo lo que tienen a mano, alentando la crisis generada para quedarse en el manejo de la cosa pública, para seguir nombrando radicales en los cargos de confianza. Y eso es lo que está ocurriendo en estos momentos, mientras venden una imagen contraria.
Ni se cumple la barrida que anunció Dina Boluarte cuando prometió luchar contra la corrupción, ni avanzan los procesos que anunciaron, incluso contra el propio ex presidente.
Echarse abajo al congreso y culparlo de los robos cometidos por Castillo y sus colaboradores es absurdo, ilegal, inconstitucional inmoral. Pero los medios de comunicación, tan útiles para estos propósitos, siguen empeñados en alentar el juego que favorece al comunismo internacional.
Por eso alientan la renuncia de Diana Boluarte y con ella que se vayan todos. Hay que echar nuevamente los dados de las elecciones y confían que con los disturbios haya avanzado la idea de la constituyente y esta vez consigan la mayoría que hoy no tienen en el parlamento nacional.
Los disturbios persisten en seis de 25 regiones, en tres de ellas hay graves problemas de abastecimiento y solamente en una tiene que intervenir el ejército para devolver la calma y el orden público.
La asonada que desde Barbadillo promueve el fracasado golpista se diluye con las primeras capturas de cabecillas que desde la sombra empujan a incautos a respirar gases lacrimógenos y exponerse a varios años de prisión.
La CGTP que no es otra cosa que una etiqueta rescatada de lo más profundo del agónico sindicalismo velasquista, anuncia un paro nacional para hoy, que no pasará del titular de un diario y mañana no será más que otro periódico de ayer.