“La Toma de Lima”, fallida como el golpe de Pedro Castillo, tenía por objeto crear caos y desorden para proclamar “el momento constituyente” y así torcer el brazo al gobierno y al congreso para que adelanten aún más las elecciones y convoquen la pretendida asamblea con la que quieren imponer un régimen socialista.
Pero no les resultó. La rebelión de los lapicitos se limitó a laberintos callejeros en el centro histórico de Lima, bloqueo de carreteras sur y apuró atentados terroristas en Puno.
Puno no es el Perú, fue la frase fallida de Dina Boluarte, cuando pretendió remarcar que el Perú es mucho más grande. Puno si es Perú y ya pidió disculpas.
Lo que ahora hace falta y es reclamado a gritos, es la presencia de militares. Existe consenso ciudadano y si bien están comenzando por Puno, bueno será la hagan extensiva a otras regiones.
La oposición de la izquierda a la convocatoria para abril del próximo año es con el fin de impedir la inscripción de otros quince partidos políticos que pugnan por participar.
Tampoco quieren reorganización de los organismos electorales de los que han recibido tantos favores. Urge una auditoría en el JNE, ONPE y RENIEC.
Quieren elecciones generales debido a que son minoría en el congreso y eso no les gusta. No les agrada la democracia cuando son minoría y sus opiniones valen muy poco.
Aspiran a una constituyente para cambiar las reglas de juego y el Estado se convierta en el gran y único empresario, como en Cuba o Venezuela. Quieren reelección indefinida como en Nicaragua o Corea del Norte. Son de la idea del partido único, como decía Abimael.
Los terroristas de Sendero Luminoso están sueltos en plaza, los herederos del marxismo leninismo mariateguismo pensamiento Gonzalo cambiaron de estrategia para llegar a lo mismo, la dictadura del proletariado, como dijo Vladimir Ilich Ulianov.
El Perú demoró más de diez años para derrotarlos a principios de los 90 y si ahora es preciso otros 10 años más habrá que armarnos de paciencia y comenzar a desentrañar su organización criminal como anteriormente lo hicieron los muchachos del GEIN, con gente valiente como el coronel Benedicto Jiménez Bacca.