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miércoles, noviembre 27, 2024

CARTA ABIERTA AL DR. JORGE LUIS SALAS ARENAS

 Jorge:

Cuando nos conocimos, fue debido a que llegue a hacer prácticas a tu estudio por recomendación de un amigo en común. Un Secretario de juzgado: Homero Montes Muñiz. Adscrito al VI Juzgado Civil de Arequipa, cuyo Juez fue el Dr. Arturo Chocano Polanco (a los años, le quitaría la nacionalidad a Baruch Ivcher).

Eras un joven y dinámico abogado, dedicado al derecho penal. Salías de las canteras de comunistas de la FUCAR (Federación estudiantil de la Católica) fuiste uno de los capitostes de ese nido de comunistas. Pero siempre tuvimos un recíproco respeto a nuestras concepciones ideológicas, pero Jorge; se te salía por los poros la defensa a los terrucos.

¿No es cierto acaso que los defendías, y es célebre la vez que, cuando en uno de los tantos procesos seguidos al sanguinario Campos Miranda, le dijiste: Hoy te leen la sentencia, encomiéndate en quien creas; y él te dijo: “Sólo creo en las masas”?

Yo estuve allí. Como cuando gentil (pero obligantemente) me invitaste a visitar a los terrucos del penal de Socabaya, y que ellos dominaban su pabellón, a tal extremo que no se permitía el ingreso de nadie que ellos no lo aprobaran. Es que tú sabías que ellos habían atentado con sus cobardes dinamitas, el Hotel de mi papá y buscado eliminarme; pero, aun así, me decías que seguro esos actos “eran cuestión política, y no personal”. Tuvimos que dar el santo y seña para ingresar, y allí era un mundo aparte: Es más, al recibirnos los terrucos nos leyeron todo un programa que se debía de cumplir. ¿Te acuerdas que, al salir de ese nido de tarántulas, nos despidieron con el cántico de “no es más que un hasta luego, no es más que un breve adiós”? El jijipipi jai de Pepe Vásquez.

Tu ideología, ya no tan roja bombero, sino de pronto rosadita; se notaba en cada caso que llevabas (o que llevábamos) pero siempre estabas vinculado al rojerío. Por eso, cuando me gradué y vine a Puno a ejercer mi profesión, supe que habías ingresado al Poder Judicial. Me sorprendió, porque al igual que yo, eras muy displicente para ocupar cargos en el “estado-democrático-burgués”. Yo más bien lo califico como el “estado burocrático redistributivo mercantilista”.

Pero en esos años, mi cultura económica era la misma que hoy tiene Pedro. Ya me noticiaron cuando te ascendieron dentro de la jerarquía judicial. Se notaba por todos los lados la influencia del “camarada pajarito” el otro cajamarquino Duberli Rodríguez, cuyo rojerío llegaba a tal extremo de pedir “amnistía” para los terrucos, pero a su vez actuar como “juez sin rostro”.

Jamás te pedí favor judicial alguno (además no me lo hubieras hecho) y tampoco te visité en las alfombradas oficinas de tu vocalía superior o suprema. No fui ni para la foto. No me interesa la sensualidad del poder y menos su hipocresía con la cual sus precarios habitantes disimulan su rojerío: Viven a costa del Estado.

Aunque hubo un magistrado supremo que se los canto de frente: Villa Stein. Seguro estoy que tú y tus amigos caviares no lo miran bien que digamos ¿verdad? Bueno, pero el hecho es que, declarando que solo hubo “conflicto armado” y no terrorismo, y habiendo defendido a terrucos convictos y confesos; teniendo un hermano vinculado a Vizcarrra; el principio básico de un magistrado, que debe ser la imparcialidad está hecho trizas con tu presencia en el JNE. Por eso a Verónica Mendoza, le perdonaste todas sus mentiras, por eso lo salvaste a Vizcarra. Por eso, y cuando se trate de resolver algo a favor de Keiko, sabemos de memoria que el tuyo será un voto ideológico.

Por eso te digo vete Jorge, renuncia a ese cargo; no sigas haciendo pasto de todos los fuegos a la imagen de imparcialidad que debe dar el JNE con tu presencia. Quiero seguir teniendo la imagen tuya de cuando éramos jóvenes. Jorge, recuerda que a un hombre se le juzga por el perigeo, y no por el apogeo.

Sinceramente,

Miguel Pino.

 

 

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