Los carnavales forman parte importante, aunque informal, del calendario nacional de festividades y se celebra con distinto grado de intensidad y diferentes matices, según las tradiciones culturales de cada región.
Cajamarca ofrece los carnavales como uno de sus principales atractivos para promocionar el turismo y aunque los trajeron los españoles en 1,500, la festividad tiene un remoto origen pagano asociado a Baal, un Dios al que adoraban en Canaan y Fenicia y tenía que ver con sacrificios humanos o de animales.
La fiesta llegó a tener rango oficial durante el gobierno de Augusto Leguía, en 1922 y fue abolida por el presidente Manuel Prado Ugarteche en 1958.
Me tocó vivir el Carnaval de Cajabamba en el 2004 y allí comprende dos facetas muy bien diferenciadas. Una que por momentos puede tornarse violenta, dedicada al juego con agua, betún, serpentinas, harina y colorantes y otra que comprende un espectáculo musical con la coronación de una reina, corzo de carros alegóricos y bailes populares en toda la ciudad.
Tuve el privilegio de acompañar en los actos protocolares a la soberana Evelyn Salazar Padilla, psicóloga y administradora de empresas, quien 13 años después, casada y con hijos, fue coronada Señora Cajamarca Mundo 2017.
El Rey Momo, el hijo de Nix, de la noche, es un personaje que en la mitología griega personifica el sarcasmo, la burla y la ironía y resulta ser el dios de los escritores y poetas, y para los carnavales de Cajabamba de ese año el encargo fue para un funcionario de la minera Sulliden Shahuindo, a quien con cariño el ingenio popular bautizó por sus cabellos canos como el gato de panadería.