Por Giorgia Meloni
Quien desde el exterior dice que quiere vigilar a Italia no le falta el respeto a mí o a este gobierno, sino que le falta el respeto al pueblo italiano, que, quiero decirlo claramente, no tiene nada que aprender. Italia forma parte, con plenos títulos, de Occidente y de su sistema de alianzas.
Libertad y democracia son los elementos distintivos de la civilización europea contemporánea en los cuales desde siempre me reconozco. Y por lo tanto, más allá de lo que instrumentalmente se dijo, nunca les tuve simpatía a regímenes antidemocráticos, incluso el fascismo. Exactamente como siempre consideré las leyes raciales de 1938, el punto más bajo de la historia italiana, una vergüenza que marcará nuestro pueblo para siempre.
Estamos en una tormenta, nuestra embarcación ha tenido daños y los italianos nos han confiado a nosotros la tarea de conducir la nave al puerto que pese a esto asumo la responsabilidad por dos motivos. En primer lugar, porque no somos personas acostumbradas a escapar y en segundo porque sabemos que nuestra embarcación, Italia, con todas sus abolladuras, sigue siendo la nave más linda del mundo.
A nivel económico, solo se podrá reducir la deuda con crecimiento y no con una “ciega austeridad” y considero que el fondo millonario que nos otorgó la UE es una oportunidad extraordinaria para modernizar el país.
Haremos una revolución “copernicana” de la economía, con soberanía alimentaria, soberanía tecnológica, con el valor estratégico de la italianidad, con menos burocracia. El lema de nuestro gobierno será “no molestar a quien quiere hacer”, y vamos a destacar la importancia de la simplificación y desregulación de los procesos administrativos.
Vamos a reducir la presión fiscal, con la implementación de algunas flat tax y una tregua fiscal y, por otro lado, la lucha a la evasión fiscal y una reforma de la Constitución para que ya no haya inestabilidad política, cambiando el actual sistema a uno semipresidencialista, tipo francés.
Como dijo el Papa Francisco la pobreza no se combate con el asistencialismo, la puerta de la dignidad del hombre es el trabajo.
Vamos a proteger las fronteras, el ambiente, reformar la justicia para que sea menos lenta, combatir la mafia, nos ocuparemos de los jóvenes, de la educación, de la familia, del problema de la falta de nacimientos. Y, recordando una vez más, el valor de la libertad, niego que pensemos eliminar derechos civiles ya adquiridos en Italia.