La muerte súbita es una modalidad como a veces definen el resultado de un partido o un campeonato y se hace del triunfo, en tiempo suplementario, aquel que consigue el gol, la canasta o meta según de qué se trata la competencia.
Y eso parece estar jugándose en estos momentos entre los poderes ejecutivo y legislativo. Ganará aquel que primero consiga hacer una jugada como esas que en ajedrez se denominan jaque al rey.
Llegamos al momento de la muerte súbita en la política peruana debido a que el presidente y sus ministros voceros se empeñan en manifestar que ya se disparó la bala de plata, cuando el congreso “rechazó de plano” el voto de confianza pedido para derogar la ley que regula el referéndum.
Presentar un gabinete de ministros presidido por una impresentable como la censurada Betsy Chávez, más que una provocación es un reto, un desafío a un congreso arrinconado contra las sogas y de reacciones lentas y débiles.
Williams semeja haber pedido al tribunal constitucional que tire la toalla ante la inminencia de un knockout que terminará con los 130 congresistas en la lona. Pide que se pronuncie sobre algo que no requiere explicación, pronunciamiento, ni sentencia alguna. La ley impide interpretar la cuestión de confianza como pretende el gobierno.
Tal vez, pienso yo, se trate solamente de una especie de seguro médico que usará ante sus compañeros de armas en el momento que Castillo pretenda el zarpazo final, el disparo de los doce pasos, el uppercut que supondrá definitivo.
Tal vez, pienso yo, es solamente una movida de distracción para empujar a que el adversario pise el palito de la desesperación, ante la amenaza de cárcel que pende sobre él, su esposa, cuñada, sobrinos y toda su parentela chotana.
Lo acompaña en la desesperación Vladimir Cerrón que sigue libre con más razones para encerrarlo que miles tras las rejas por delitos mucho menores que los que afirma el fiscal cometió el castrochavista en la ciudad incontrastable.
Estamos viendo un partido que sin ser del fin del mundo se juega con más garra que el campeonato de Qatar, más tensión que entre Bobby Fisher y Boris y Boris Spasski y más show que entre Mike Tyson vs. Evander Holyfield.