Por ser fieles a la izquierda, al marxismo-leninismo, son capaces de cerrar los ojos y seguir como borregos el proyecto golpista del gobierno de cerrar el congreso alegando de manera ilegal, como Vizcarra, que el congreso les niega reiteradamente la confianza.
Un golpe de Estado es lo que pretende Aníbal Torres mediante cuestión de confianza para derogar leyes, sabiendo que es inadmisible, debido a que el ejecutivo no puede imponer decisiones que son propias del congreso, de manera exclusiva y excluyente.
Desde el año pasado pretenden algo así, luego que el congreso se adelantó y aprobó una ley de desarrollo constitucional que precisa exactamente eso, cuándo es posible y cuándo no es posible plantear una cuestión de confianza.
Lo que hacen ahora es una infracción constitucional por la que debe ser denunciado Aníbal Torres.
Como buen admirador de Hitler busca gobernar mediante referéndums. Una lista única de nazis y pronazis «invitados» para el Reichstag (misma asamblea constituyente) que fue lo último que supieron en Alemania sobre elecciones hasta 1945, cuando terminó la segunda guerra mundial.
El procedimiento para convocar a referéndum en el Perú está debidamente reglamentado y pasa por el visto bueno del congreso de la república, aunque no les guste.
Lo que Torres y Castillo pretenden es cerrar el congreso, reemplazarlo mediante referéndum por una asamblea constituyente y quedarse en el gobierno hasta que termine la tercera guerra mundial, que todavía no comienza.
Los miembros de esa asamblea, se sabe, serán los mismos que acostumbran visitar palacio (representante de las mujeres campesinas, de los ronderos, de los pueblos originarios, etc) pero ahora quieren algo más estable y mejor remunerado, como los congresistas y en sus mismas oficinas.
La denuncia fiscal contra Castillo, si continúa como debe ser, terminará por llevar a la cárcel no solamente a Castillo sino también algunos ministros entre los que está precisamente Aníbal Torres.
Se están jugando el todo por el todo. Saben que están cometiendo un golpe de Estado, confían resulte exitoso, cuando menos temporalmente, como ocurrió con Fujimori o Vizcarra.
Dos veces no del congreso es igual a disolver. Esa es la única lógica que entienden, aunque existan leyes que ahora hacen ilegal esa interpretación. Disolver el congreso no es posible salvo que cuenten con la complicidad de jefes del ejército justo cuando los están cambiando precisamente en estos días.