Por Antero Flores-Araoz
Desde hace ya considerable tiempo, nos estamos acostumbrando solamente a leer, escuchar y ver malas noticias, espectar programas televisivos cuando no cinematográficos, plagados de violencia que nos dejan exhaustos, como si todo fuese depresivo y no hubiese noticias halagüeñas o espectáculos que además de entretener, en alguna medida estimulen lo positivo.
No decimos que estemos en el mejor de los mundos y que todo sea color de rosa, pues no somos ingenuos, pero si creemos que al igual que existen malas noticias, también hay de las buenas, pero se prefieren las primeras y, si se da cuenta de las segundas su espacio es tan reducido que no se nota.
Si se desplomó un puente, titular en primera plana, pero si se inauguró otro más grande, la noticia pasó desapercibida. Si se redujo la pobreza ello parecería no interesar, pues la información es que aún existen carencias, como si no lo supiésemos.
El país creció en desarrollo, pero la noticia es que no fue lo esperado. Si hay más oportunidades laborales, ello no cuenta dado que la noticia será el número de desempleados y así podríamos seguir y seguir.
Francamente escuchar o ver algún noticiero ya parece que te saltará sangre del televisor, puesto que la mayor parte de las noticias son los homicidios, los accidentes que dejaron muertos y heridos, la inundación, el incendio forestal, cuando no el temblor o el terremoto. No es que no existan también buenas noticias, sino que aparentemente interesarían más las pésimas.
Sale la procesión del Señor de los Milagros después de dos años que estuvo ausente de las calles por la pandemia, pero ello es noticia sin mayor relevancia, que queda escondida detrás de la organización criminal que hizo leña del presupuesto público, o de la pandilla que asaltaba parejas en calles poco iluminadas.
En cuanto al entretenimiento, sucede algo similar, pues son muchísimo más numerosas las series policiales, las peleas, la violencia, el narcotráfico, las violaciones, la vida de Pablo Escobar y otros personajes similares. En estos tiempos es difícil ver comedias entretenidas, ya no tenemos los programas de humor que nos alegraban la vida, ya no contamos con Fernandel ni Cantinflas, como tampoco a los inocentes dibujos animados, salvo los que anuncian y muestran más y más violencia.
La famosa Lulú y Porky pasaron del sano entretenimiento a la política y, el rico Mac Pato sustituido en cuanto dinero y bienes, por malhechores gubernamentales expertos en la coima y la mordida.
Incluso observamos costumbres que llevan a excesos, por ejemplo la burka en los países islámicos, que cubren desde la cabeza, rostro y cuerpo hasta los pies, o la deficiente vestimenta en países de occidente que pueden ser invitación al irrespeto.
Si alguien se acuerda de las galanterías de antaño, pues mucho cuidado, podrían ser confundidas con acoso y no queremos seguir pues no pretendemos sugerir que todo tiempo pasado fue mejor, sino que al igual que hay acciones y noticias malas, no hay motivo para no dar cuenta de las buenas.