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sábado, noviembre 23, 2024

OE OEA

¿Cómo pueden decir que es bienvenida la delegación de la Organización de Estados Americanos si sabemos que no mueven un dedo por defender los derechos humanos en Cuba, Venezuela y Nicaragua? ¿cómo creer que actúan con objetividad si nunca quisieron escuchar las denuncias de fraude electoral?

Lo primero que deben anotar señores de la OEA son los resultados de las últimas elecciones regionales y municipales y se van a encontrar con el uno por ciento de votos que alcanzó en Lima el candidato del partido que llevó al gobierno a Pedro Castillo. Tienen que entender que hace rato que este gobierno perdió legitimidad.

Después lean la carpeta fiscal, la primera de siete, con las evidencias de los delitos cometidos por Castillo y la gente que lo acompaña en el palacio de gobierno y en el parlamento.

A continuación, lean la Constitución, especialmente los artículos referidos a los mecanismos de vacancia y suspensión del cargo de presidente de la república.

Revisen la cantidad de ministros nombrados y defenestrados, por el propio presidente Castillo, debido a circunstancias. Motivos, razones que el mismo Castillo tendría que explicarles, uno por uno los más de 70 ministros.

Igualmente pídanle que explique los cambios abruptos y abusivos en la comandancia general de los institutos armados y la policía nacional.

En la fiscalía averigüen cuántos y quiénes son los prófugos de la justicia, los colaboradores y los encarcelados por casos relacionados con corrupción en el gobierno.

En la procuraduría por los nombramientos y destituciones abusivas, en la contraloría por los hallazgos detectados, en la defensoría por los muertos en protestas populares y denuncias de abusos del Estado.

En las organizaciones de periodistas pregunten por los casos de abusos contra la libertad de prensa.

En las ollas comunes, cocinas comunes y organizaciones de madres averigüen que está pasando con la alimentación de los más pobres.

En los hospitales vean las colas de pacientes que necesitan atención médica y en sus farmacias constaten que no tienen medicinas.

Visiten colegios estatales, en las zonas marginales y universidades como las de Huamanga y Huancayo y conversen con los estudiantes sobre los comedores, laboratorios y profesores.

En las iglesias hablen con los curas y pastores, en los mercados con los vendedores y en los grifos pregunten por gasolina y petróleo.

Después escriban su informe y digan que en el Perú todos vivimos felices y contentos.

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