No todos los romances, las historias de amor que se tejen en Bethel ocurren con la discreción de un ambiente laboral religioso y respetuosos de estrictas normas de la iglesia del Movimiento Misionero Mundial MMM.
También supe la historia de una pareja que se formó en secreto, con el lenguaje de miradas escondidas y sonrisas cómplices que solamente ellos entendían.
Ocurría mientras sus compañeros de trabajo estaban atareados en los quehaceres diarios de producción de sus programas, buscando noticias los periodistas, llamando invitados para el programa de salud, de defensa de la familia, de orientación estudiantil, de prevención de desastres o de oposición a la ideología de género.
El roce de una mano les hacía saltar chispas invisibles y aceleraba latidos de dos corazones jóvenes que temían ser descubiertos por temor a un castigo que podría separarlos para siempre.
Omar y Lucero aguardaban la hora de salida para caminar por rutas diferentes y volver a encontrarse en medio del laberinto del tránsito, cuando todos caminan apurados.
Entonces tenían también un breve momento para conversar a solas y decirse en voz baja aquello que anticiparon sus miradas y podían también sucumbir a la tentación del beso de sus labios.
Sabían que tendrían resistencia de sus padres, sus hermanos, sus pastores, pero la fuerza de ese sentimiento escondido quería brotar de sus gargantas y gritar al mundo que ellos se querían, que eran felices cuando estaban uno junto al otro, cuando el sol se escondía en la tarde y les ofrecía esa penumbra que los protegía de la mirada del mundo.
Omar y Lucero se jugaron el todo por el todo. Un día llenaron sus mochilas con algo de ropa y una tonelada de ilusiones y sueños que decidieron hacer realidad.
Juntos decidieron dejar la radio, sus familias y sus amigos y partieron a la aventura de sus vidas buscando su destino con un amor que poco tiempo después consagraron la iglesia, las leyes y la sociedad.
Regresaron con los suyos como feliz matrimonio para vivir una nueva realidad y compartir una felicidad que también gozamos sus amigos y siempre compañeros de Bethel.