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miércoles, noviembre 27, 2024

Y TUVE QUE ACEPTAR

Mi amigo Walter Zegarra me alcanzó este poema escrito por una pensadora y parlamentaria alemana.

Y TUVE QUE ACEPTAR…

Que no se nada

del tiempo…

Que es un misterio

para mí

Y que no comprendo

la eternidad.

Yo tuve que aceptar,

Que mi cuerpo

no sería inmortal

Que él envejecería

Y un día se acabaría.

Que estamos hechos de

Recuerdos y olvidos;

Deseos, memorias,

residuos, ruidos,

susurros, silencios,

días y noches,

pequeñas historias

y sutiles detalles.

Tuve que aceptar que,

Todo es pasajero,

transitorio.

Y tuve que aceptar,

Que vine al mundo

para hacer algo por él.

Para tratar de dar

lo mejor de mí.

Para dejar

rastros positivos

de mis pasos

antes de partir.

Yo tuve que aceptar,

Que mis padres

no durarían siempre

Y que mis hijos

poco a poco,

escogerían su camino y

seguirían ese camino

sin mí.

Y tuve que aceptar,

Que ellos

no eran míos,

como suponía, y que

La libertad de ir y venir,

es también

un derecho suyo.

Yo tuve que aceptar,

Que todos mis bienes

me fueron

confiados en préstamo,

Que no me pertenecían

Y que eran tan fugaces

como fugaz era

mi propia existencia

en la tierra.

Y tuve que aceptar que,

Los bienes quedarían

para uso de

otras personas,

cuando yo,

ya no esté por aquí.

Yo tuve que aceptar,

Que barrer mi acera

todos los días,

no me daba garantía

de que era

propiedad mía

y que barrerla

con tanta constancia,

sólo era una

fútil ilusión

de poseerla.

Yo tuve que aceptar,

Que lo que llamaba

“Mi casa” era sólo

un techo temporal

que un día más,

un día menos,

sería el abrigo terrenal

de otra familia.

Y tuve que aceptar que,

Mi apego a las cosas,

sólo haría más penosa

mi despedida

y mi partida.

Yo tuve que aceptar,

Que los animales

que quiero y

los árboles que planté,

mis flores y mis aves,

eran mortales.

Ellos, no me pertenecían.

Fue difícil,

Pero tuve que aceptarlo.

Yo tuve que aceptar,

mis fragilidades,

mis limitaciones y

mi condición

de ser mortal,

de ser efímero.

Yo tuve que aceptar,

Que la vida

continuaría sin mí

Y que

al cabo de un tiempo,

me olvidarían.

Humildemente confieso,

Que tuve que librar

muchas batallas

para aceptarlo.

Y tuve que aceptar que,

No se nada del tiempo.

Que es

un misterio para mí.

Que no comprendo,

la eternidad y que

nada sabemos

sobre ella.

Tantas palabras escritas,

Tanta necesidad de

explicar,

entender y

comprender este

mundo y la vida.

Que en él vivimos.

Pero me rendí y

acepté lo que tenía

        que aceptar

Y así dejé de sufrir.

Deseché mi orgullo y

Mi prepotencia

Y admití que

la naturaleza

trata a todos

de la misma manera,

Sin favoritismos.

Yo tuve que,

Desarmarme

y abrir mis brazos,

para reconocer

la vida como es.

Reconocer que,

Todo es transitorio

y que funciona

mientras estemos

aquí en la tierra.

Eso me hizo

reflexionar

y aceptar,

Y así alcanzar

la paz tan soñada.

 

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