Con ayuda de Santos, mi mecánico de confianza, conseguí hacer caminar un viejo Volkswagen que estuvo detenido durante toda la pandemia, bujías, platino y condensador, cambio de aceite, Soat y revisión técnica son requisitos elementales en esta aventura que me sumerge en el túnel del tiempo.
Hacía muchos años que no manejaba un bolocho, de los antiguos, con tapa al lado derecho para el tanque de gasolina, pedal que se debe pisar con anticipación hasta el fondo para frenar y timón que reclama fuerza para girar en la esquina. Una versión analógica de los carros de estos días.
En mi segunda excursión por el barrio y como era previsible algo tuvo que fallar y me quedé en pana en la esquina de Avenida del Parque Norte y Guardia Civil, límite de San Isidro con San Borja y fue un sereno de San Isidro quien se acercó para brindarme su auxilio.
El teléfono del mecánico estaba apagado y solamente necesitaba el número de un servicio de grúa para remolcar el auto a mi cochera o algún taller. San Isidro brinda este servicio a sus vecinos, me comentó el sereno y entonces llamé al serenazgo de San Borja por si existía el mismo servicio y me enteré que sus grúas solamente sirven para llevar autos al depósito, a los que encuentran mal estacionados.
Sin embargo, insistí a la persona que me contestó el teléfono, que por favor me contactara con algún servicio particular y me ofreció hacerlo, que no me preocupe, que me haría ese servicio.
Pasaron las horas y recordé que tenía el número de Auto Land, que hacía bastante tiempo me brindó un auxilio similar y fueron ellos los que en apenas 10 minutos se hicieron cargo del vehículo y repararon la avería por un precio muy módico. Tienen su taller en la Avenida San Luis, cerca de San Borja Norte.
Confío conversar personalmente con el alcalde de San Borja, el que está de salida y el que entrará, para decirles esto de las grúas que dejaron de ser un auxilio para convertirse en un negocio aparentemente muy rentable.