En el debate del congreso para la autorización del viaje del presidente Castillo a Nueva York, algunos parlamentarios haciendo alarde de su desconocimiento de la historia expresaron aquello que de tanto repetir pretenden convertir en verdad.
Trataron de explicar que la razón por la que los presidentes deben pedir autorización para salir del país “viene desde que Mariano Ignacio Prado escapó del Perú en plena guerra con Chile” y eso no es verdad, es una tremenda calumnia que profesores y catedráticos universitarios, así como los congresistas repiten erradamente.
Prado encabezó una revolución nacionalista contra Juan Antonio Pezet, por la firma del tratado Vivanco-Pareja, en 1865, que establecía la desocupación española de la isla de Chincha a cambio del pago de tres millones de pesos.
Luego encabezó las fuerzas patriotas en el combate del Dos de Mayo y dos veces fue elegido presidente constitucional. Durante la guerra con Chile salió del país con autorización del congreso de la república, contrariamente a lo que se repite por ignorancia y eso consta en documentos oficiales que a la letra dicen “El Congreso … dando cumplimiento a lo dispuesto en los artículos 95 y 96 de la Constitución del Estado ha concedido licencia al Presidente de la República para que, si lo juzga necesario pueda mandar personalmente la fuerza armada, y salir del territorio nacional”.
Además, hubo acuerdo del Consejo de Ministros que lo aprobó y al momento de viajar el presidente fue despedido, como corresponde, por las autoridades y no salió de manera furtiva como comenzó a pregonar el mal periodismo, aceitado por pierolistas, hasta el día de hoy.
Ni bien emprendió viaje se produjo el golpe de Nicolás de Piérola, que lo acusó de eso mismo, de haber fugado. Prado nunca tocó las donaciones de la ciudadanía para comprar buques en Europa, este dinero fue administrado por el pierolismo.
Durante el gobierno de Prado llegaron al Perú el monitor Huáscar y la fragata Independencia y adquirieron los monitores Manco Cápac y Atahualpa, por primera vez circularon tranvías sobre rieles, funcionaron los primeros telégrafos, la primera Escuela Normal de Mujeres, concluyeron la construcción del Jardín Botánico y del primer Laboratorio Químico.
Tres hijos de Mariano Ignacio Prado murieron en la Guerra con Chile: Grocio en la Batalla de Tacna, en el Campo de la Alianza; Leoncio, en Huamachuco y Justo, de tuberculosis acompañando a Andrés Avelino Cáceres en La Breña.
Fue justamente Cáceres “El Brujo de los Andes”, quien, al ser elegido presidente constitucional, reconoció a Mariano Ignacio Prado como Héroe y le permitió su retorno al país al levantar todos los impedimentos dictados por sus adversarios políticos.
Prado regresó y prefirió mantenerse al margen de la actividad pública aunque dos veces presidió la Sociedad Fundadores de la Independencia y Vencedores del 2 de mayo de 1866 (1890-1891 y 1896-1897).