El pasado martes 30 de agosto murió Mijail Gorvachov, un personaje que pasó a formar parte de la historia universal por lo decisivo de su actuación para poner fin a ese error que se llamó comunismo.
Con raras excepciones, los medios de comunicación nacionales le dieron muy poco espacio a una noticia que mereció ser destacada debido a la importancia que significó para la vida de cientos de millones de personas que gracias a él dejaron de padecer la opresión que significó el socialismo soviético, el comunismo que todavía pregonan y con éxito algunos desfasados de la política criolla.
Rusia tuvo que esperar la llegada de Mijail Gorvachov, secretario general del partido comunista entre 1985 y 1989 y presidente de la Unión Soviética entre 1989 y 1991, para tomar conciencia de lo errado de la política roja, del comunismo e iniciar la reestructuración conocida como la perestroika, que fue toda una transformación del anacrónico sistema de gobierno soviético y el glásnost o la transparencia informativa, que fue el antídoto contra la corrupción y base fundamental de un nuevo sistema político, más justo y democrático.
Gorvachov dispuso la eliminación de toda persecución contra los opositores políticos. La idea fue comenzar por aceptar las críticas y opiniones de los adversarios.
Fue el que arrió la bandera soviética del Kremlin e izó la bandera rusa para poner fin a un sistema injusto que causó muerte, hambre y miseria a los pueblos tras la cortina de hierro.
Fue un factor desencadenante para derribar el muro de Berlín, símbolo de la opresión del comunismo internacional con el que sueñan algunos anacrónicos dirigentes políticos de la izquierda radical peruana.
El sepelio será este sábado y todavía tienen tiempo quienes con su coqueteo intelectual siguen silenciando el fracaso del comunismo mundial y tal vez la noticia de la semana.