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sábado, noviembre 23, 2024

CATALINA HUANCA

Hubo una alianza entre los Huancas, hoy habitantes de la región Junín, con los españoles, para enfrentar al temible ejército de Manco Inca que rechazaba la invasión de los europeos.

Una de las tradiciones de Ricardo Palma narra que la prueba está en el padrinazgo de Francisco Pizarro a Catalina, la hija del curaca o cacique huanca Cristóbal Apu Alaya, que al morir la convierte en millonaria heredera y personaje influyente de su tiempo, benefactora de indios y protectora de los pobres.

Catalina Huanca fue una dama muy pegada a la religión y por eso se convirtió en la donante de los azulejos que usaron para los acabados de la iglesia de San Francisco y corrió con la construcción del convento de Santa Ana.

Hubo rumores que su riqueza, aparentemente inagotable, provenía también de entierros del templo de Pachacamac y de los poderosos de su tiempo que recurrieron a este procedimiento para salvar las fortunas del saqueo español y que algunos siguen por ahí, bajo tierra y encierran toda una leyenda, la de los tesoros de Catalina Huanca.

Fue su padre quien le confió la ubicación de estos entierros que ella supo administrar bajo el consejo de religiosos entre los que estaba nada menos que Santa Rosa de Lima, que fue su amiga.

Todos los esfuerzos por hallar estos tesoros resultaron infructuosos, incluso aquellos promovidos desde el gobierno de Sánchez Cerro.

Catalina nunca se casó, rechazó a todos sus pretendientes y falleció en 1637 a los 94 años de edad.

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