Esto que le llaman crisis política, la supuesta polarización o falta de equilibrio entre los poderes del Estado, el enfrentamiento ente las izquierdas y las derechas no existe, es un espejismo. Tampoco es cierto que se está concretando la vieja pugna entre caviares y jureles por la repartija de cargos en la burocracia dorada.
Tal vez algo de todo eso pueda ser cierto, parcialmente, la verdad es que se trata solo de una fantasía, son fuegos artificiales, es la imaginación colectiva de los peruanos que le damos significado político, una justificación a lo que sucede en nuestras narices.
Lo único que está pasando es una guerra abierta entre los que están a favor y los que están en contra de la corrupción, nada más. Existe gente honesta, muy honesta y decente en las izquierdas y en las derechas, que jamás se ensuciarían las manos con dineros sucios, fruto de coimas, sobornos, prebendas y cuanta modalidad han inventado para robar los dineros públicos.
Pero existe también gente deshonesta en todos lados, en todos los partidos políticos, en las izquierdas y en las derechas y de lo que se trata es saber diferenciar, poder descubrir a tiempo la cola que asoma por sus espaldas.
La gran mayoría de peruanos nos distraemos observado el debate insustancial del parlamento, el show televisivo de acusaciones que se disuelven en el aire y se las lleva el viento, el paseo casi diario de un presidente que cree que gobernar es viajar y fustigar al congreso mientras la corrupción se forra de millones en un trajín frenético a tajo abierto.
No se trata de estar de acuerdo con la izquierda ni con la derecha, con conservadores o liberales, con moderados o radicales, con progresistas, socialistas, demócratas o republicanos.
Lo que hay que ver es quiénes participan en esta suerte de pillaje de recursos públicos y planillas doradas, quiénes forman estos nuevos clubs de la construcción, quién gana sospechosamente obras a dedo, quiénes se convierten en proveedores millonarios, beneficiarios de un régimen que no entendió nunca lo que es gobernar.
Bruno Pacheco, Zamir Villaverde, Fray Vásquez, Karelim López, Juan Silva, Yenifer Paredes, Hugo y Angie Espino o José Medina Guerrero nada tienen que ver con trayectorias políticas de izquierda o derecha, pero si sabemos están vinculados a graves casos de corrupción.
No es cuestión política, es la corrupción.