Por Antero Flores-Araoz
Llegó a mis ojos y oídos, un interesante texto, que data del año 1,605, atribuido a Miguel de Cervantes Saavedra, en la obra cumbre de la literatura hispana, como es “Don Quijote de la Mancha”. Como quiera que han pasado incontables lunas desde que leí al Quijote, antes de repetir el párrafo lo corroboré y en él, Don Quijote le dice a su compañero Sancho: “Querido Sancho, compruebo con pesar, como los palacios son ocupados por gañanes y las chozas por sabios. Nunca fui defensor de los reyes, pero peores son los que engañan al pueblo con trucos y mentiras, prometiendo lo que saben que nunca les darán. País este, amado Sancho, que destrona reyes y corona piratas, pensando que el oro del rey será repartido entre el pueblo, sin saber que los piratas solo reparten entre piratas”.
Han pasado nada menos que cinco siglos y lo expresado por el Quijote, ha sido validado por la Historia, no solo la posterior a la mencionada oración, sino también la anterior a ella, pues desde tiempos inmemoriales siempre han existido irresponsables populistas.
El acontecer histórico nos enseña que desde antaño han existido voces que ofrecen el oro y el moro, sabiendo que lo que ofrecen no pueden cumplirlo, como también es cierto que junto a los populistas hay candelejones, mejor solo incautos para que nadie se sienta ofendido, que escuchan y, les creen al pie juntillas a los populistas respecto a sus ofrecimientos.
Como la mentira tiene piernas cortas, pronto los incautos acompañados de los cacasenos se darán cuenta que el cacareo de las promesas es simple locuaz verborrea, que los han engañado y que el cielo que les pintaron en realidad es el infierno muchísimo más horroroso que el enunciado por Dante en la “Divina Comedia”.
Es muy fácil discursear diciendo que le quitaré a los “ricos” para darle a los “pobres”, pero cierto, que así quitasen a los ricos no habrá lo suficiente para repartir entre los pobres, y la acepción de “ricos” para los populistas, son cualquiera que tenga lo indispensable y pueda sostener a sus familias. Pero vamos a imaginar que cumpliesen la promesa quitando a unos para dar a otros, el resultado sería que el reparto se acaba al igual que la confianza y que nadie se esmerará en hacer emprendimientos, con lo cual la supuesta mejora de algunos terminará siendo la indigencia de muchos y, solo se beneficiarán los ofertantes de un mundo mejor, en el que ellos si ascenderán al igual que quienes los rodean y los que se presten a contener la repulsa ciudadana, que por cierto aparecerá y crecerá.
Cuando suceda lo último señalado, el discurso facilón de ofrecimiento populista, por cierto, variará al flamígero de la amenaza y del miedo, transformando a los iniciales populistas en temibles cancerberos. ¡Cuidado!
Si quieren ejemplos recuerden la Cuba de los hermanos Castro, la Nicaragua de Ortega y la Venezuela de Chávez y Maduro, para circunscribirnos a nuestra zona geográfica, |