Entre los siglos XV y XVII miles de mujeres fueron ejecutadas en lugares públicos, en todo el mundo, acusadas de practicar brujería. Si por alguna circunstancia conseguían librarse de la pena de muerte sufrían torturas y marcas en el cuerpo. En el Perú el asunto corría por cuenta de la Santa Inquisición y según los historiadores hubo 1,474 procesados y 32 condenados a muerte.
Y aunque usted no lo crea, eso que ocurría hace 500 años en Lima sigue sucediendo en algunos pueblos del interior del país, sometidos a los dictados de lo que hoy conocemos como rondas campesinas.
Le llaman brujería a la preparación de brebajes y medicamentos con hierbas para el tratamiento de diversos males, a quienes se atribuyen facultades de adivinadores o magos y los que tienen conductas sexuales promiscuas.
Las brujas de nuestro tiempo son detenidas y sometidas a juicios sumarios que generalmente concluyen con penas de azotes y torturas, como colgarlas de una pierna, boca abajo, hasta hacerlas confesar y arrepentirse de sus ritos diabólicos.
Informaciones procedentes de Trujillo dan cuenta que quince mujeres fueron secuestradas por un grupo de ronderos en el distrito de Chilia, provincia de Pataz, por supuestamente practicar brujería.
La mayoría de las víctimas son mayores de 50 años y fueron secuestradas por una junta de ronderos desde hace 10 días, según el hijo de una de las agraviadas. En una serie de videos se puede observar cómo son cruelmente torturadas, recibiendo maltrato físico por parte de sus captores.
Las imágenes muestran una serie de episodios de abusos, como una mujer siendo colgada de los pies desde un techo u otra obligada a desnudarse para después ser agredida.
Las han amenazado con quemarlas vivas por el supuesto crimen que han cometido. Además, no están todas retenidas en un solo lugar, sino en diversos anexos de distrito de Chilia.
Pese a que los familiares de las víctimas cuentan con pruebas y temen sean asesinadas y desaparecidas, la Policía Nacional del Perú (PNP) no se ha pronunciado al respecto. Los ronderos, cual modernos inquisidores, gozan de impunidad.
Alentados por el gobierno, estos grupos armados ejercen soberanía sobre su territorio y actúan abusivamente incluso con personas que no son de sus comunidades y transitan por la zona de manera circunstancial, como sucedió a los periodistas de América Televisión, secuestrados y obligados a leer un comunicado político de arrepentimiento por haber difundido reportajes sobre un misterioso helipuerto y acciones delictivas de la cuñada del presidente de la república.