Los primeros síntomas de su desorientación los dio al fotografiarse con dos sospechosos de alterar el resultado electoral del último proceso que, mediante el caballazo de los votos del congreso pretenden ahora validar.
Lisa Kenna se reunió con los jefes de la ONPE y del JNE para conversar sobre la “importancia de asegurar la independencia de los organismos electorales” sin importarle que son acusados de todo lo contrario, de actuar al servicio del gobierno de turno.
Piero Corbetto y Jorge Luis Salas Arenas son los responsables del resultado de unas elecciones que arrojaron como ganador al presidente que está arruinando al país, sobre quien pesan también acusaciones de ser cabecilla de una organización criminal. ¿Y ahora rinden cuentas a la embajadora de Estados Unidos?
Ella visitó Ayacucho para reunirse con Ricardo Soberón, Jefe de Devida y tragarse el cuento de la industrialización de la hoja de coca.
Lisa no sabe o pretende desconocer que existen graves sospechas que la campaña electoral del presidente Castillo recibió aportes precisamente del Vraem, de ahí donde se produce la cocaína que consumen los gringos por toneladas.
Esta embajadora no hace más que confirmar la errada idea que tienen los gringos de lo que es el Perú y repite los mismos errores de sus antecesores, confundidos en la incomprensión de la política peruana, respaldando a quienes son sus enemigos congénitos, a los que con la droga financian el terrorismo y la captura del poder a cualquier precio.
Existen sobradas razones para sospechar que los narco- terroristas, amos y señores del Vraem, financistas de Sendero Luminoso, impulsaron a más de candidato ganador, son más radicales que el desaparecido Abimael Guzmán y responsables de los asesinatos de miles de peruanos inocentes.
Lisa actúa con la torpeza que caracteriza a gringos generalmente despistados como cuando perdieron en Viet Nam, escaparon de Iraq y tuvieron que huir de Afganistán. Son tan torpes que llegan a tomarse fotos con Salas Arenas, Corbetto y Soberón.