Varias veces escribí notas sobre los amigos que conocí y compartí en la redacción del diario Correo de Tacna, a comienzos de los años 70 y que se nos adelantaron en el camino de la vida, ya no están con nosotros, pero ahora prefiero dedicar siquiera unas pocas letras a algunos que nos acompañan y sobreviven a los remolinos que nos trae el tiempo.
Justo Sotoperalta Ramos, el encargado de las páginas de deportes creció impactado por el espectáculo maravilloso que significó ver jugar en el coliseo cerrado a las estrellas mundiales del baloncesto femenino, con la gigante rusa de dos metros, natural de Uzbekistán, Ravilia Salimova, que falleció el 2019.
Walter Padovani el jefe de fotografía, heredero del arte de Martín Chambi, trajo desde el Cusco la habilidad para encontrar el mejor ángulo para imágenes que además de noticia contenían el ingrediente artístico que el ojo del especialista sabe encontrar en cualquier esquina.
Olaya Ovalle de Banchero, la jefa de publicidad, esperó medio siglo para contarme un día que había sido alumna de mi padre a quien seguramente pudo conocer mejor que yo.
Fredy Gambetta Uría, el cronista de Tacna, amigo de la niñez, inspirador de esa disciplina colectiva que cultiva el amor a la tierra que nos vio nacer.
Javier Zeballos, reportero gráfico dispuesto a correr las más intrépidas aventuras con tal de lograr la foto que sabía tendría que ganar el privilegio de la portada.
Rubén Ticlavilca, sabueso de las noticias acostumbrado a vivir con las primicias en abierta competencia con colegas como David Cárdenas, Santiago Pérez o Raúl Urviola, entre muchos otros que estoy seguro comparten la alegría de celebrar otro aniversario de ese diario que tiene un rincón especial en nuestros corazones.