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sábado, noviembre 23, 2024

DR. DIEGO LLENQUE

¡No, no, no, no, no, no!, me dijo el doctor Diego cuando me vio tomando un vaso de gaseosa, en la sala donde se producía el relevo de conductores de programas de la radio. Debía esperar que termine el de temas médicos, para comenzar el turno de las noticias internacionales.

 

Durante varios meses compartimos la pequeña antesala de grabaciones para conversar de política, que lo apasiona y seduce, junto a la medicina, con la misma o mayor intensidad de cuando le picó el bicho en la universidad.

 

De baja estatura y un elevado concepto de la moral y las buenas costumbres, el doctor atendía consultas telefónicas en la radio y presenciales en su consultorio, con un desprendido sentido de solidaridad.

Cuando camina, con paso menudo pero apurado, inclina la cabeza para ver donde pondrá los pies y luego la levanta y achica los ojos para agudizar la mirada, reconocer a las personas y saludar sonriente y optimista como suelen ser los soñadores.

 

Los jugos envasados, igual que las gaseosas, me explicó, contienen elevadas cantidades de azúcar que se van acumulando en el cuerpo y pueden conducir a efectos metabólicos, exceso de peso, diabetes e hipertensión.

 

Asustado, gracias a sus consejos, dejé esos jugos y abordamos temas como la necesidad de nuevas propuestas políticas y partidos que las representen. Hace falta cambiar la mentalidad, como efectivamente ocurrió con el etiquetado de alimentos envasados, para combatir el exceso de azúcar.

 

Le debo agradecer su ayuda con mis dolores de litiasis renal o más de una bronquitis, que en estos días resultan de consecuencias fatales.

 

Diego dejó la radio y seguimos la conversación en el intermedio de alguna convención de la iglesia del Movimiento Misionero Mundial, en la explanada superior del estadio de la Universidad de San Marcos, junto a los stands de comida y disfruté un vaso de gaseosa helada que generosamente me invitó.

 

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