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domingo, noviembre 24, 2024

SE QUEDÓ PARA VESTIR SANTOS

Así les dicen a las mujeres solteras, se quedó para vestir santos, como que el hecho de no tener marido las condenara a un castigo que deben cumplir en la sacristía de las iglesias.

Y los santos que deben vestir, siguiendo la lógica del dicho, supongo deben ser las imágenes de santos que en algunos templos son de tamaño natural, como cualquier persona.

Y como ocurre con muchas expresiones es difícil precisar su origen, pero no resulta raro pensar que tiene que ver con las características de damas y varones que suelen apoyar la administración y mantenimiento de las iglesias, con tareas que demandan tiempo del que disponen quienes no deben preocuparse por el cuidado de los hijos que no tienen.

Viudas y viudos también forman parte de quienes apoyan a los sacerdotes de agendas ocupadas entre misas y catequesis, bautizos, bodas, responsos y santos oleos, la limpieza del templo y la casa parroquial, preparar su propio almuerzo, fabricar sus propias hostias y tocar la campana para llamar a misa.

Las antiguas iglesias de varios altares reúnen candelabros y floreros alrededor de figuras de yeso con vestidos que los fieles ensucian cuando las tocan con insistencia, para asegurar que el santo escuchó sus plegarias y le concederá el milagro implorado con todas las fuerzas de su mente y de su corazón.

Esos son los vestidos que deben lavarse y cambiar con la paciencia y cuidado de creyentes dispuestos a cumplir esta tarea con la certeza de estar sirviendo a su iglesia, a esos mismos santos y a Dios.

Vestir santos no es un castigo, es el privilegio que tienen quienes gozan de la confianza del párroco y realizan esta labor con la humildad que Jesús nos enseñó con su vida.

Los que visten santos son personas que de manera anónima cumplen con una misión que debemos agradecer quienes tenemos fe en aquellos personajes que en algún momento de su vida o de su muerte, hicieron algo especial para merecer que los recordemos en un altar.

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