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sábado, noviembre 23, 2024

LA BATALLA DE TACNA

Le llaman la Batalla del Campo de la Alianza debido a que fue el escenario donde tropas peruanas y bolivianas enfrentaron juntas al ejército invasor que vino para, en primera instancia, tomar la ciudad de Tacna. Fue tal vez la más feroz de las batallas de la Guerra del Pacífico y sucedió un día como hoy, el 26 de mayo de 1880.

De niños nos llevaban en peregrinación, a pie, desde el colegio hasta la cima del cerro Intiorko, a poca distancia del lugar en el que se desarrolló la batalla, en una actividad que hasta hoy me resulta incomprensible y hasta abusiva.

Cientos de niños recorriendo media ciudad para después escalar un cerro de arena, por la carretera a Tarata, sin asfaltar, para permanecer parados, en perfecta formación durante el resto de la mañana.

En el centro de la ceremonia se turnaban oradores para recordar detalles de la gesta heroica de los defensores de Tacna, derrotados por la superioridad numérica y de armamento del ejército invasor. Ellos se habían preparado para la guerra.

Uno de los muchos combatientes fue mi pariente el Coronel Pedro Ugarteche y Gutiérrez de Cossío, en ese momento con el grado de Sargento Mayor.

Poco o nada entienden los niños de estos asuntos, mucho menos de la diferencia de la potencia de las armas y hasta del calzado de los combatientes.

Fue el general boliviano Narciso Campero el que dirigió las fuerzas patriotas y Manuel Baquedano encabezó a los invasores. El enfrentamiento duró una hora, fuimos derrotados y los bolivianos dieron media vuelta hacia el altiplano. Para ellos acabó la guerra, mientras que nosotros recién comenzamos un calvario que todavía tendría que durar cincuenta años.

La Batalla de Tacna, según testimonio de los propios chilenos, fue tal vez la más sangrienta y cruenta de toda la guerra. Aquí pagamos la deslealtad de Nicolás de Piérola, que había derrocado a Prado en diciembre y se negó a movilizar el Segundo Ejército del Sur, acantonado en Arequipa.

Otra hubiera sido la suerte de la guerra si ese ejército acudía a la cita que le había reservado la historia. La ambición del califa dejó desguarnecidas a Moquegua y Tacna, cosa que fue aprovechada por los chilenos.

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