Con ausentismo de más del 90% en la mayoría de partidos políticos y más del 85 en el mejor de los casos se celebraron el último domingo las elecciones internas para designar candidatos para alcaldes y gobernadores.
Esa es la mejor prueba del fracaso de la reforma electoral impuesta entre otros por el impresentable Vizcarra con la asesoría de Tuesta Soldevilla.
El sistema de Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) es muy bonito en el papel, pero la realidad nos está demostrando que en el Perú no camina, no funciona,
Es el resultado de una reforma de arriba hacia abajo y las únicas reformas que caminan son las que impulsa el pueblo, de abajo hacia arriba. Esta reforma es marcadamente impopular, como impopulares son los jefes del JNE y de la ONPE. No merecen confianza.
Anteriormente he sostenido la necesidad de comenzar por reformar esas instituciones, gravemente implicadas en la sospecha de un fraude que fue denunciado en su momento y corroborado ahora con nuevos testimonios.
Los delitos electorales denunciados por representantes de diversos partidos políticos merecen una investigación que la fiscalía se negó a realizar, como el rosario de delitos cometidos por funcionarios del gobierno que no se investigan.
La podredumbre es evidente, alcanza a fiscales y jueces comprometidos en una dictadura judicial que protege delincuentes y persigue inocentes.
¿Cuántas veces debemos preguntar dónde están los presos del caso Odebrecht?
Las elecciones primarias fueron un fracaso, nadie lo duda, el proceso electoral comienza mal por culpa de una reforma que estuvo mal planteada desde su nacimiento. Las elecciones de octubre, así como van, serán otro fracaso. Una pena más.