“Yo, (nombre del novio o de la novia) te quiero a ti como legítimo (esposa o esposo) y me entrego a ti. Prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida«.
Sacar los pies del plato es un dicho que se aplica a los infieles a quienes, pese a haber optado por la monogamia, sostienen relaciones con una tercera persona o más personas, a espaldas de su pareja.
¿Qué tiene esto que ver con sacar los pies del plato?
Entre las muchas explicaciones existe una que habla de pollitos, como en el cuento que no sabe explicar Pedro Castillo, solo que esta vez se trata de los recién nacidos que acostumbraban colocar en un plato, en una cama de migas de pan o arroz. Cuando uno de ellos cae fuera del plato, es muy probable que no logre sobrevivir.
Otra de las explicaciones tiene que ver con el plató, que es el escenario en el que se graban películas o programas de televisión y el personaje que salía de ese escenario, que sacaba los pies del plató, salía también del cuadro, del campo del lente de la cámara y no aparecerá en la grabación.
Ninguna de las dos explicaciones refleja un sustento convincente para la conducta de quien incurre en un comportamiento infiel, a quien no solamente está sacando los pies de su compromiso conyugal sino también el resto de su cuerpo.
En política se aplica a quienes militando en un partido político coquetean con una agrupación distinta, con programas que responden a propósitos diferentes a los de su agrupación.
En nuestro país seguramente podría decirse de “los niños” que sacaron los pies del plato cuando se olvidaron que tienen como guía al Perú como doctrina, muy diferente de la concepción plurinacional del socialismo del siglo XXI.
Lo único que está claro es que sacar los pies de plato, en castellano y criollo, es incurrir en infidelidad en la relación que voluntariamente se había asumido, sin que nadie le imponga o lo obligue.