Resulta gracioso escuchar a Pedro Castillo alentar las protestas contra su gobierno, si no fuera que en el camino hay personas que mueren por culpa de la incapacidad de un régimen inmoral y corrupto.
Cuando el presidente se dio cuenta que las protestas estaban paralizando gran parte del país, se subió a su juguete favorito, el avión presidencial, para viajar a una ciudad de la amazonia y desde ahí primero condenar a los dirigentes y acusarlos de recibir dinero para promover las revueltas.
Cuando escuchó la reacción de esos dirigentes que lo retaban a que les diga en la cara tamaña acusación entonces retrocedió y salió al día siguiente a intentar rectificarse, pedir perdón y subirse al carro de la protesta, como si el presidente fuera otro (tal vez Cerrón) y decir que los reclamos del pueblo son justos.
Hay que decirle, señor presidente, que los reclamos son para que usted deje el gobierno, se vaya a su colegio a dictar clases, renuncie a un cargo para el que reconoce no está preparado, entregue el mando a otros con mejor sentido de la política, del arte de gobernar, que no le haga daño al país.
Las evidencias de corrupción en apenas ocho meses de gestión se corroboran con la fuga de los dinámicos del centro, los tiranos del centro, esas mafias que ayudaron a financiar su campaña electoral.
Los fajos de billetes verdes en un baño del palacio de gobierno al que pudieron acceder los fiscales, las reuniones de Sarratea que creyó nadie se daría cuenta, la injerencia en los ascensos en los institutos armados, las licitaciones amañadas, la mafia china de la construcción, la podredumbre en el ministerio de transportes y comunicaciones, el monopolio político de los cargos públicos con gente incapaz, incompetente, nombramiento de ministros fallidos y el caos en la economía, el alza de precios de los productos de primera necesidad, la falta de empleo, la escasez de justicia.
No engaña a nadie Castillo cuando dice que está con la gente que protesta. Repito, la gente sale a protestar contra ti Castillo, contra un títere del Foro de Sao Paulo, del Grupo de Puebla, una marioneta del comunismo internacional, un monigote de la ultra izquierda, un pelele que llegó al gobierno con ayuda de una mafia mundial infiltrada en el Estado peruano, un payaso que hace llorar a su pueblo.
El pueblo tiene hambre, no tiene trabajo, la salud y educación públicas son un desastre y la inseguridad ciudadana destruye esperanzas, roba el futuro y asesina a gente inocente. No seas payaso Pedrito, renuncia.