Siempre me llamó la atención esa fórmula que se usa para aparentar buenos modales y faltar el respeto. El respeto es la manera como reconocemos en otra persona alguna consideración por su cargo, edad, prestigio, conocimiento o cualidad que merece especial consideración pata ser protegida de ofensas o agresiones.
El respeto, por consiguiente, es uno solo. Si le agregamos “el debido” entonces aceptamos que pueda haber otro distinto al “debido”,¿ tal vez un respeto indebido? y en consecuencia, no lo merecería, por lo que concluyo que todos los respetos aplican, todos son debidos.
Debemos respeto a la autoridad, que es la persona que ejerce el mando, el que gobierna, el presidente de la república y también el guardia de la esquina, el prefecto y el alcalde, el agente municipal y el vigilante a quien confiamos nuestra seguridad.
Respeto merecen nuestros héroes nacionales, los que murieron por dejarnos un país libre y los que murieron defendiendo la integridad territorial en la Guerra del Pacífico, en el Cenepa, a los héroes que derrotaron al terrorismo, a los Chavín de Huántar aunque tengamos un presidente y ministros renegando de nuestra historia, de 200 años de lucha por llegar al país al que llegamos, por tener la nación que tenemos, por heredar lo que heredamos.
Respeto merece la iglesia, la costumbre de mi pueblo, el profesor de la escuela, el médico y la enfermera, el vendedor de la tienda y el vecino de mi barrio.
A respetar se aprende en casa y es un valor moral que algunos desconocen, no practican o acomodan malamente para vulnerarlo y recurren al “debido” que anteponen para perder cualquier consideración, el menor aprecio.
Respetos guardan respetos es un viejo dicho que sintetiza lo que ocurre con algo que motiva respuestas automáticas, inmediatas, fulminantes. Alguien que respeta a su prójimo inmediatamente gana una actitud similar. Y lo mismo sucede con los malcriados, los que no guardan ningún respeto, rápidamente son rechazados por los demás.
Ayer, en el Coliseo Cerrado de Huancayo, el dirigente transportista Eduardo Sauñi se atrevió a decir al presidente Castillo lo que le pidió su hija de 15 años, lo mismo que le reclama el pueblo, con el debido respeto, debe dar un paso al costado, renuncie.