Acostumbrado está a renunciar a la soberanía nacional, al derecho que como país tenemos a que respeten nuestro dominio, como ayer estaba dispuesto a ceder salida al mar para Bolivia, ahora el presidente Castillo recurre a la Organización de Estados Americanos OEA para que se inmiscuyan en el debate que se producirá esta tarde del pedido de su vacancia por permanente incapacidad moral, un asunto de política doméstica.
¿Para qué traer observadores de la OEA? ¿Acaso no pueden ver la sesión del parlamento peruano por tv, como hacemos millones de peruanos cansados de este mal presidente? Las sesiones del congreso son públicas, las pueden ver desde la China.
Traen a los mismos observadores que nunca se percataron del fraude electoral y por el contrario, validaron un proceso viciado desde su convocatoria. Los traen con el único propósito de amedrentar a los congresistas.
Serán los mismos que vinieron durante las elecciones a comer y tomar champagne cuando el país entero padecía restricciones no solo por la circunstancia electoral sino también motivadas por la pandemia.
Los observadores de la OEA no pueden dar clases de democracia cuando se revuelcan en las sábanas cubanas, desayunan con arepas venezolanas y almuerzan chancho con yuca nicaragüense.
Son la burocracia dorada de la clase caviar continental que alienta regímenes dictatoriales y vienen a sumar otro socio a esa mafia internacional que medra con cuentos de ideología de género, derechos humanos de los terroristas, aborto, matrimonio gay y estatización de los medios de producción.
Cuando mi tía Adela jugaba a la canasta con Rosita Eyzaguirre, Ana Vaccaro y Herminia Santana, repetían ese dicho a quienes nos asomábamos a verlas jugar. Los mirones son de palo y tienen prohibido hablar, hacer gestos o interferir en las jugadas.
Vengan vean y constaten como el poder económico del gobierno compra congresistas de la oposición.