Gran parte de la población se sintió aliviada cuando Maricarmen Alva y Aníbal Torres puede pactaron públicamente una tregua que pondría fin a la confrontación. Lo sorprendente es que sea el propio Pedro Castillo quien aparentemente no está de acuerdo con esta situación y cuando pensábamos que se avecinaba el voto de confianza el próximo 8 de marzo, es Castillo quien pretende mover la fecha y adelantarla no se sabe con qué propósito.
El procedimiento para fijar la fecha pasa por un acuerdo previo entre las bancadas, debido al sistema de trabajo del parlamento por comisiones y las agendas que deben programar con un mínimo de anticipación.
En cada comisión de trabajo existen compromisos de reuniones que no necesariamente se celebran en Lima y las que ocurren aquí, tienen que ver con invitados que igualmente deben programar con tiempo sus actividades.
Son alrededor de diez las bancadas que se deben poner de acuerdo, en el interior del parlamento, para finalmente decidir la fecha para la exposición del presidente del gabinete ministerial.
Castillo, al pretender adelantar la fecha para el próximo día lunes 20, genera como mínimo la necesidad que los voceros se vuelvan a reunir para mover aquello que habían pactado y fue aceptado por Aníbal Torres.
Me temo tienen razón quienes sostienen que el primero en no estar de acuerdo con la tregua es el presidente Castillo, a quien acusan de estar interesado en disolver el Congreso. Castillo quiere su constituyente.
La izquierda radical no pretende una asamblea constituyente democrática, donde los ciudadanos tengamos igual representación. Cada persona un voto.
Los radicales pretenden armar una asamblea a dedo, con representantes de cada etnia (quechuas, aymaras, shipibos, ashaninkas, machiguengas, etc.) y de las organizaciones de base, sindicatos, comunidades, sociedad civil, comités de defensa, ongs y cuanto organismo inventan para burlar la institucionalidad democrática.
Digitando la composición de la asamblea aseguran una mayoría predispuesta a aprobar esa constitución que ya tienen preparada en sus laptops.
La constitución señala la ruta para hacer todos los cambios que quieran, parciales o totales, de acuerdo a un procedimiento democrático donde no se burla la decisión de la mayoría y todos los ciudadanos somos iguales.
No puede ser que valga más una etnia de 2 mil miembros sobre una población de 2 millones de habitantes. No se puede sobreponer el derecho de las minorías -que hay que respetar- sobre el derecho de las mayorías. Eso no es democracia.
Los rojos son muy buenos para organizar y mantener la chilla callejera y amenazar con baños de sangre, pero está demostrado que no sirven para administrar el Estado. Lo usan como botín de guerra para pagar favores y para imponer decisiones políticas sobre criterios técnicos en el manejo de los asuntos públicos.
¿Yo señor? No señor, la culpa fue de Vizcarra.
¿Yo señor? Mentira señor, fue Sagasti.
¿Yo señor? No señor, fue del sombrerito.
Siete meses de Castillo y dos años con los meses de Vizcarra y Sagasti y los colegios se caen a pedazos. No es un desastre heredado de hace 200 años, solo dos años lapicito. En estos dos años que bien pudieron aprovechar para dejarlos inmaculados, solo se dedicaron a cobrar sus sueldos puntualmente y no hicieron absolutamente nada.
No les bastó con hacer del Perú el país que peor trató la epidemia, sino que tampoco se preocuparon por hacerle mantenimiento a los colegios, existiendo un ministerio con miles de personas distribuidas cómodamente en todo el país.