Salió del pantano de las ideologías fracasadas para confesar que es el lagarto mayor, que está en guerra con el congreso de la república al que con el mismo estilo golpista quiere cerrar a toda costa para instaurar su soñada asamblea constituyente.
El nuevo presidente del consejo de ministros (el cuarto) ofreció una “conferencia de prensa” de esas abiertamente manipuladas que no admiten preguntas incómodas de los periodistas, para culpar al congreso de las fechorías que cometen en el gobierno.
Como si alguien hablara en estos días de las últimas elecciones en las que el JNE actuó con descarada parcialidad, exigió respeto a su cuestionada proclamación para demandar les permitan seguir cometiendo las barbaridades que están llevando el país al desastre económico, político, social e institucional.
Culpa de golpista al congreso donde ha llegado una acusación constitucional que, como su nombre lo indica, es un recurso contemplado en la constitución que existe en todas las democracias del mundo.
En algunos países se le conoce como impeachment o juicio político, que es un mecanismo procesal contra el presidente de la república denunciado por traición a la patria, sin considerar las reuniones con proveedores en la salita de Breña, ni los dineros en el baño de palacio de gobierno, ni las denuncias de intervención en los ascensos militares y policiales, nombramiento de incompetentes en altos cargos públicos, copamiento político de las planillas del Estado, la repartija que monopoliza las instituciones públicas.
Aníbal Torres y sus ministros, con quienes salió en una especie de estampa escolar, mostró los dientes y cola de lagarto con los que pretende buscar que el congreso dispare esa bala de plata que no pudo ocurrir con el patético Héctor Valer, que abrumado por las evidencias de maltratador de mujeres reveló la estrategia golpista del gobierno.
Más de un acertado analista político advierte que se viene, de manera acelerada la disolución del congreso que, como en el caso de Vizcarra, será otro golpe de Estado blando, antidemocrático y de obvio abuso de poder.
El congreso es la única herramienta que le queda a la frágil democracia peruana para defenderse, antes de caer en la desgracia de una asamblea totalitaria al más puro estilo de la fórmula diseñada por el Foro de Sao Paulo para instaurar el comunismo a nivel continental.