El centro histórico de Trujillo, el centro de la ciudad, por sí mismo es un atractivo para los visitantes, gracias a la variedad de construcciones coloniales que se conservan pese al tiempo, las lluvias, inundaciones y la acción depredadora de herederos que prefieren olvidar la historia.
Existen palacios de los primeros años de la república, en cuyos rincones se conservan los mismos muebles, cuadros, balcones y decorados de aquellos tiempos, de aquella historia. Y es que en Trujillo adquiere significado la palabra hispanismo, por la afición al estudio del español como cultura.
Una de estas casonas es precisamente la de la Emancipación, a cien metros de la Plaza Mayor, joya con balcones enrejados de filigrana, pinturas rococó, columnas con capiteles jónicos. Aquí el marqués José Bernardo de Torre Tagle, en apoyo al libertador Don José de San Martín, gestó en secreto la emancipación de la Intendencia de Trujillo. La administración está a cargo del Banco BBVA Continental.
La Casa De Orbegoso, que fue residencia del ex presidente (1833-36) y conde de Olmos, Don José Luis De Orbegoso y Moncada, quien entregó su fortuna personal y familiar al servicio de la lucha por la independencia. Estuvo casado con doña María Josefa Pinillos y Cacho. La conservación está en manos de Interbank.
La Casona Tinoco o del Mayorazgo de Facalá, ubicada en la esquina de los jirones Pizarro y Bolognesi, tiene los más bellos balcones coloniales de la ciudad, construida por los propietarios de la primera hacienda azucarera establecida en el valle de Chicama. En este lugar se confeccionó la primera bandera peruana que flameó en Trujillo el 29 de diciembre de 1920. Su conservación es posible gracias a Scotiabanc.
La Casona Calonge o Urquiaga, conserva el mismo escritorio que usó el libertador Simón Bolívar para firmar las últimas órdenes en la lucha por la libertad. Fue escogida en 1604, por ser la más bella, para que sirva de residencia del nuevo Virrey del Perú, Don Gaspar de Zúñiga y Acevedo, Conde de Monterrey.
Desde esta casona Bolívar organizó su campaña por la independencia del Perú y promulgó decretos declarando a Trujillo capital de la república. Su conservación es posible gracias al Banco Central de Reserva del Perú.
Otra casona famosa es el Palacio Iturregui, sede del Club Central. Es considerada, catalogada y reconocida como la más bella casona colonial de esta parte del continente, uno de los pocos palacios de dos pisos.
La casona Ganoza Chopitea, construida por los propietarios de la hacienda San Nicolás del Paso, que luego fue Laredo, está en el mismo centro de Trujillo y presenta una fachada espectacular, de mediados del siglo XVII, con figuras de leones y mujeres. Es conocida también como la Casa de los Leones.
Algunas casonas coloniales y de los primeros años de la república sirven de sede para instituciones como la Universidad de Trujillo, la Municipalidad, el Arzobispado, Cámara de Comercio, Instituto de Cultura, Club Libertad y el Conservatorio Regional de Música.
Pero en Trujillo existen otros numerosos monumentos arquitectónicos como son sus iglesias coloniales, comenzando por la Catedral, el Monasterio de El Carmen, las iglesias de La Merced, San Agustín, San Francisco, San Lorenzo, Belén, Santa Rosa, Monasterio de Santa Clara, Santa Ana, Santo Domingo y de la Compañía de Jesús. Existen también varios museos como el de Arqueología, Antropología e Historia; Museo del Colegio de Arquitectos, Centro Cultural Víctor Raúl Haya de la Torre, Museo del Juguete, Museo Catedrático y Museo del BCR.
Los días se hacen cortos tratando de conocer todas estas maravillas en un apretado tour de turistas. Para conocer Trujillo hace falta, además de buena disposición, la posibilidad de contar con semanas para dedicarlas al paseo a pié, para recorrer sus calles y plazas, admirar sus monumentos y quedar prendado, como yo, de una ciudad maravillosa.