Terruquean pasará a la historia como la palabra célebre del año 2021, nuevo aporte al idioma castellano, repetida mil veces en los debates del congreso, prueba de una victimización sistemática, emblema del más grande cinismo, recurso verbal para relativizar los asesinatos de Sendero Luminoso y MRTA.
El presidente y sus ministros se gasta en mensajes de solidaridad y aliento a un pueblo que quiere comida y oportunidad de ganarse el pan con trabajo digno.
Cómo expresar solidaridad con los pobres si les mienten todos los días y castigan la ingenuidad de sus votos subiendo precios del pan, pollo, trigo, leche, aceite y gas.
Juran que siguen con la misma humildad y desde hace cinco meses no hacen otra cosa que pasear en un avión que prometieron vender, para caminar entre gente que está esperando el hospital que les ofrecieron, el colegio que todavía no construyen y el trabajo que perdieron.
Han pasado cinco meses y solo sabemos de nombramiento de incompetentes en importantes cargos públicos, de escándalos de licitaciones amañadas, de billetes escondidos en los baños y de visitas furtivas a la salita de Breña.
Terruquean, dicen y se lamentan de fiscales que acumulan montones de pruebas de fechorías de los dinámicos del centro, de los amigos visitantes del VRAEM.
Terruquean, dicen y sollozan los que aparecen en atestados policiales de actos terroristas de un pasado petardista que prefieren borrar.
Terruquean, dicen y lloran lagartos bañados en lágrimas de corrupción, revolcándose en el lodo de asesorías y consultorías.
Nos terruquean murmuran haciendo pucheros, las mismas plañideras que ayer reclamaban libertad para Abimael Guzmán.
Terruquean gime el agitador que controlaba balanzas, compraba insumos y aceita testigos a un paso de entrar a prisión.
Nos terruquean dicen atando zapatos de charol sustitutos de las botas de jebe que usaban en el monte antes de entrar a las planillas secretas del PNUD.
No han sido cinco meses de chamba Pedro Castillo, fueron cinco meses de floro de plazuela y de mentir al pueblo. Se acabó el año y no pasa nada, como decía Morosini, salvo escándalos, reuniones a escondidas y billeteras que engordan.
¿Dónde están las casas que prometiste a los pobres? ¿y los comedores populares? ¿y las postas médicas? Ya es hora que abandones el chamullo y te pongas a chambear. Y si no sabes aprende, no eres tan burro como dicen por ahí, eres inteligente para organizar chanchitas para los niños pobres y reuniones subrepticias, solapas, clandestinas, ocultas, a escondidas, ilegales.